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Apoyo de boquilla de la Liga Árabe a la capital palestina

Los dirigentes de la Liga Árabe adoptaron en la cumbre una declaración «firme» contra la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como capital de Israel y de trasladar allí su embajada, pero no disiparon las dudas de que las palabras se traduzcan en actos, más aún cuando priorizan su enfrentamiento con Irán.

La 29ª cumbre árabe, que el rey Salman de Arabia Saudí bautizó como «cumbre de Jerusalén», tachó ayer de «ilegítima» la decisión adoptada por Estados Unidos a finales de 2017.

«Jerusalén Este seguirá siendo la capital de la Palestina árabe», afirmaron los dirigentes de la Liga Árabe. El rey saudí anunció además la donación de 150 millones de dólares para «apoyar a la administración de los bienes islámicos» en la parte este ocupada y anexionada por Israel.

En la práctica, los analistas consideran que ni Riad ni otros países árabes parecen dispuestos a ir más allá de las declaraciones, como es habitual, y a ponerse en contra a Washington en un contexto de fuerte tensión con Irán. «En términos generales, las cumbres de la Liga Árabe tienen más retórica que acción. No creo que esto llegue más allá de declaraciones. Lo esencial para Arabia Saudí es la relación con Washington», afirma Denis Bauchard, experto en Oriente Medio de el Instituto francés de Relaciones Internacionales (Ifri).

De hecho, al término de la cumbre de Dhahran, el ministro de Relaciones Exteriores saudí, Adel al Jubeir, atenuó las críticas afirmando que su país seguirá teniendo relaciones «fuertes y estratégicas» con EEUU.

A principios de mes, el poderoso príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, estimó que los israelíes también tenían derecho a su propio Estado, una señal de acercamiento a Israel que confirma la prioridad de su enfrentamiento común a Irán.

El gobierno de Trump prevé inaugurar en mayo la embajada en Jerusalén para que coincida con el 70º aniversario de la creación de Israel. Ghasan al Jatib, profesor universitario y exministro palestino, estima que los dirigentes árabes «no son capaces de enfrentarse directamente a Trump ni quieren arriesgar sus relaciones con EEUU».

Según Karim Bitar, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, los saudíes «están tan preocupados por la amenaza iraní que se dan cuenta de que podrían tener que coordinar los esfuerzos antiiraníes con EEUU e Israel».

Como cada año, la cumbre «rechazó las injerencias iraníes en los asuntos de los países árabes y denunció los «intentos de romper la seguridad regional».

Riad y sus socios no quieren incomodar a EEUU y menos en un momento en el que Trump cuestiona el acuerdo nuclear iraní y trata de cambiarlo.