La táctica del conejo, versión oval
«Très serré». Así dicen en francés cuando se refieren a un partido en el que las defensas maniatan a los ataques, cuando cuesta un horror hilvanar juego. «Très serré». Así fue la final de la Champions Cup, en la que Leinster consiguió su cuarto título imponiéndose a Racing. Mucha pelea, cero ensayos y duelo de pateadores bajo el sirimiri.

LEINSTER 15
RACING 12
Creo que fue el difunto Manel Comas el que popularizó lo de «la táctica del conejo». Servidor la conoce de haber oído hablar de ella a Arnaitz Gorriti, el cronista de basket de esta casa. En resumen, se trata de ir todo el partido por detrás, pero no demasiado lejos, y en el último momento zasca, garrotazo para ponerse por delante y llevarse la victoria final.
Esa fue la receta que le aplicó ayer Leinster a Racing para alzarse con su cuarto título de la Champions Cup, igualando en el palmarés al Stade Toulousain. El correoso y musculado conejo parisino terminó compuesto y sin copa, despellejado y colgado del gancho dublinés. Estuvieron más cerca que hace dos años ante Saracens, pero los Ciel et Blanc tendrán que seguir intentándolo.
San Mamés presentó una excelente entrada, más de 52.000 personas según los datos oficiales, para cobijar el colofón a unos días en los que el deporte oval ha salido de su reducido espacio –al menos en el sur del país– y ha copado páginas y minutos, mostrando que si le dejan y le dan aire puede aportar muchas cosas buenas a la sociedad, también fuera del verde.
Hubiera sido ideal que Leinster y Racing hubieran firmado un partido grandioso, con muchos ensayos, grandes jugadas y un porrón de puntos. Como la víspera en la Challenge Cup. Pero aquí se viene a ganar, el que quiera espectáculo que vaya al circo. La frase creo que es de Javier Clemente, o al menos así lo tengo archivado en mi cerebro.
Así que ambos contendientes plantaron un muro que no retrocedía más allá de su propia línea de 22. Una escapada de Nacewa en la primera parte y alguna concatenación de fases, ora en este lado ora en el otro, fue de lo poco rescatable con perfume a ensayo. La zona rival era una quimera inalcanzable, como el Valhalla de los vikingos. Había que matar o morir para entrar ahí.
Los primeros problemas de Racing afloraban nada más comenzar. Pat Lambie se llevaba un topetazo que le dejaba fuera de juego. Dan Carter se había caído de la convocatoria a última hora y era Remi Tales el que se colocaba de apertura. De la grada a casi titular en unas horas, caprichos de los hados.
Iribarren vs Sexton
La zurda de Teddy Iribarren, en el puesto de medio melé por la baja de Machenaud, ponía por delante a Racing, pero Sexton no tardaba en equilibrar la balanza para Leinster. Las tablas brillaban al descanso en el luminoso del impresionante recinto bilbaino (6-6).
Antes Racing había tenido otro susto, en un choque de cabezas entre Henshaw y Dupichot que había mandado al segundo al vestuario para cortar la hemorragia. Afortunadamente pudo continuar, pero fue una metáfora de esa primera parte, dar cera y pulir cera. El señor Miyagi estaría satisfecho.
Leinster había intentado una vez jugar un golpe sin lanzarlo a palos, pero el intento salió tan mal que desistió de repetir. Por ello la reanudación siguió por los mismos derroteros, balón corto a los delanteros, percutir al eje para ganar algún raquítico metro y esperar el error defensivo para buscar los palos como si no hubiera un mañana.
Los pateadores se la jugaban desde casi el centro del campo, en algún caso con catastróficos resultados. El balón no llegaba a las alas en condiciones de ser jugado ni por casualidad.
El que mete, gana, se solía decir para finiquitar los partidos entre amigos en la plaza del barrio. Según pasaban los minutos se hacía evidente que cualquier mínima brecha era oro. Iribarren adelantaba por cuarta vez a Racing (12-9) cuando faltaban menos de diez minutos. ¿Sería la definitiva?
No, Leinster no había dicho la última palabra. Era el turno del capitán, Isa Nacewa, quien tomó sobre sus hombros la responsabilidad, posiblemente por alguna molestia física de Sexton.
El neozelandés empató en el 74 y puso por vez primera a los suyos por delante cuando restaba minuto y medio (15-12). El estacazo al conejo. Tales tuvo la última para jugarse un drop y forzar al menos la prórroga, pero se le fue desviado.

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