Jose Angel ORIA
EL ESTADO DE ISRAEL CUMPLE 70 AÑOS

LA TENTACIÓN DE ABANDONAR LA POSE DEMOCRÁTICA

El Estado de Israel cumple hoy setenta años convertido en una innegable potencia militar y con una economía floreciente, pero con una crisis de identidad que le lleva a plantearse poner en marcha medidas que echarían por tierra su carácter «democrático».

La octava década del Estado israelí comienza con las aguas muy revueltas: la guerra fría entre Irán e Israel está cada vez más caliente, como parecen querer el primen ministro Benjamin Netanyahu y su admirado presidente estadounidense Donald Trump, que se ha atrevido a lo que antes nadie había hecho: trasladar de Tel Aviv a Jerusalén la Embajada de EEUU, lo que enfurece a cientos de millones de personas en todo el planeta y da una idea de lo que puede dar de sí un eventual «proceso de paz» entre palestinos e israelíes. Con estos mimbres...

El Gobierno de Benjamin Netanyahu, el más a la derecha de toda la historia, generó conmoción entre varias personalidades distinguidas al presentar un proyecto de ley para reforzar la «identidad judía» de Israel. «Este tipo de medidas pueden reflejar una búsqueda de identidad en este joven Estado nacido en las cenizas del Holocausto», afirman los expertos.

Los detractores del proyecto, los miembros de la oposición, artistas, universitarios o antiguos altos cuadros, se inquietan: estas políticas pueden ser una amenaza para la democracia. Este viaje introspectivo se manifestó recientemente en un proyecto de ley que define a Israel como «el Estado Nación del pueblo judío», designando el hebreo como la única lengua oficial y anclando a Jerusalén como la «capital unificada» del país. El texto fue aprobado en el Parlamento en una lectura preliminar.

Esa visión de las cosas tiene repercusiones incluso a la hora de organizar las tres etapas del Giro de Italia que han recorrido territorio israelí. La carrera italiana se convirtió en parte de las celebraciones del 70 aniversario. La primera fue una contrarreloj en las calles de Jerusalén. Cuando el material promocional oficial del Giro publicado en noviembre lo denominó «Jerusalén occidental», la reacción del Gobierno israelí fue inmediata. La ministra de Deporte y Cultura Miri Regev y el ministro de Turismo Yariv Levin afirmaron en una declaración conjunta: «No existe Jerusalén Occidental y Jerusalén Oriental, sino un solo Jerusalén, la capital de Israel […] Esas publicaciones violan los acuerdos con el Gobierno israelí y si no se cambian Israel no participará en el evento». El viejo lenguaje de las amenazas.

La rectificación del Giro

Unas horas después los organizadores del Giro quitaron la palabra «occidental» de su material: «RCS Sport desea aclarar que el inicio del Giro tendrá lugar en la ciudad de Jerusalén. Al presentar la ruta de la carrera se utilizó material técnico que contenía las palabras ‘Jerusalén Occidental’, debido al hecho de que la carrera se desarrollará logísticamente en esa parte de la ciudad. No obstante, hay que destacar que estas palabras, desprovistas de todo valor político, se eliminaron inmediatamente de todo el material relacionado con el Giro d’Italia».

La productora de contenidos de televisión Flavia Cappellini considera legítimo «preguntarse cuanto menos si el Gobierno israelí está tratando de utilizar el Giro de Italia para promover un relato nacionalista nuevo y más fuerte, empezando por Jerusalén como capital de Israel. La naturaleza de este deporte supone el reto de asegurar el territorio para que la carrera sea segura. De hecho, en la presentación del Giro en Jerusalén el Gobierno israelí declaró que este evento supondría la mayor operación de seguridad desde el nacimiento del Estado de Israel. Como siempre, el primer ministro Benjamin Netanyahu parece confiado».

Una comisión ministerial presentó recientemente un texto que limita la facultad de la Corte Suprema para invalidar las leyes que considere que son contrarias a los valores democráticos. Quienes apoyan esta ley consideran que el tribunal acumula demasiada influencia con respecto a otras ramas del poder. La Corte Suprema levantó ampollas al ordenar la evacuación de algunas colonias en territorios ocupados o al suspender un plan de expulsión de migrantes africanos.

Al mismo tiempo, el Ministerio de Cultura ha buscado en los últimos años cortar los fondos a las instituciones culturales que se demuestre que son «desleales» con Israel.

En 1992, el Parlamento adoptó dos leyes fundamentales que consagraron los valores «judíos y democráticos» de Israel y que obligan a que todas las normas se ajusten a dichos términos. Pero la ausencia de una definición clara de lo que es «judío» y lo que es «democrático» se presta a interpretaciones.

Nuevas fuerzas políticas

«Un número creciente de israelíes sienten la necesidad de elegir entre lo ‘judío’ y lo ‘democrático’, y tienen la sensación de que el equilibrio no se respeta en la aplicación de estos valores», explicó Yedidia Stern, profesor de Derecho en la Universidad Bar Ilan y vicepresidente del Instituto de Democracia de Israel, en función de las encuestas. Los judíos seculares de origen europeo, con sus valores socialdemócratas, dominaron durante los primeros 40 años de la existencia de Israel, indicó. Pero desde entonces, otros grupos –judíos originarios de los países árabes, los nacionalistas religiosos y los ultraortodoxos– se afirmaron como fuerzas políticas. Los palestinos con pasaporte israelí, que representan ya un 17,5% de la población, también se han metido más en política.

 

La protesta del «tigre arrinconado» y la brutal estupidez de la ocupación

Mientras Gaza grita desesperada su situación (54 muertos en las protestas en la frontera), en Cisjordania la potencia ocupante se empeña en agigantar el valor de una niña convertida en símbolo de la resistencia palestina. La escena de Ahed al-Tamimi, de sólo 16 años, abofeteando el rostro de un capitán del Ejército israelí hizo que el veterano escritor Uri Avnery escribiera hace semanas que «ocupar a otro pueblo tiende a volverte estúpido, y una larga ocupación te vuelve completamente estúpido». Como queriendo darle la razón, el Ejército detuvo el viernes por «acciones terroristas ciudadanas» a Waed Basim, hermano de Ahed. La niña palestina convertida en héroe sigue en prisión.

El límite entre Gaza e Israel congrega hoy a miles de manifestantes que tratarán de expresar pacíficamente su indignación. Llevan años en una situación inhumana, con unas tasas de paro y miseria insoportables, careciendo de energía, bebiendo agua contaminada, enfermando y, sobre todo, presos en la mayor cárcel a cielo abierto del planeta. Yahya Sinwar, dirigente de Hamas, define el espíritu de las protestas como el de «un tigre salvaje que estuvo arrinconado y muerto de hambre durante once años (de bloqueo israelí con cómplices árabes) y ahora fue liberado y nadie sabe adónde va y qué hará». Añadió que «lo más peligroso es que los jóvenes han comenzado a perder la esperanza de una vida digna en Gaza».

Muchos palestinos siguen aspirando a regresar a las que fueron sus tierras setenta años después de la Nakba, la «catástrofe» que supuso para su pueblo la creación del Estado de Israel en mayo de 1948. Hoy son más de cinco millones de refugiados repartidos por el mundo.