Agustín GOIKOETXEA
ÚLTIMO NÚMERO DE LA REVISTA «HERRIA 2000 ELIZA»

Fin de una etapa en la lucha cristiana por las libertades

La celebración de sus 40 años ha sido elegida por «Herria 2000 Eliza» para dar por concluida una etapa en su compromiso solidario por las libertades y derechos del país. Desaparece la revista pero no ese espíritu cristiano utópico de quienes la han promovido.

No se atisba ninguna muestra de queja entre las personas que han hecho posible que una revista como ‘‘Herria 2000 Eliza’’ cumpla 40 años, algo excepcional, ahora que anuncian su desaparición. «No dejamos de publicar por asfixia económica, sino porque nos hemos hecho mayores, no conseguimos relevo generacional y nos falta frescura», confiesan en su despedida a suscriptores y colaboradores con quienes se reunirán el sábado 23 de junio en una comida en Bilbo.

A pesar de las limitaciones y errores, ‘‘Herria 2000 Eliza’’ ha buscado y promovido desde que comenzaron en abril de 1978, desde sus opciones creyentes libe radoras, el encuentro y el diálogo entre opiniones e ideas culturales, políticas o religiosas diferentes para la consecución de una Euskal Herria libre, democrática y solidaria con todos los pueblos del mundo. Además, ha pretendido dar voz a las bases eclesiales para caminar hacia una Iglesia popular/Euskal Eliza, «más evangélica y servicial, inculturada en su pueblo y testigo local de la fraternidad universal del Reino de Dios».

Con su original nombre trataban de alentar una «Iglesia del pueblo», fiel al anuncio liberador del Evangelio, solidaria con su sufrimiento, impulsora de tiempos nuevos. La Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria y las Comunidades Cristianas Populares concibieron y diseñaron esta revista de reflexión en un clima y horizonte de utopía por la liberación popular en todas sus dimensiones, donde la fe cristiana se viviera como un germen emancipador de toda opresión. Ahí está su aportación a una teología económica, presentando los múltiples rostros de la pobreza con reflexiones de denuncia y solidaridad.

«Utopía de una Iglesia popular vasca»

«Es cierto que en la época en que comenzó la revista, la utopía de una Iglesia popular vasca se vivía con intensidad y experiencias en las Comunidades Cristianas Populares y en la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria, que impulsaban un estilo muy diferente y alternativo de Iglesia vasca/Euskal Eliza en reflexiones, compromisos y acciones», explica a GARA el teólogo Félix Placer. Incide en que su compromiso «como semilla y esperanza de una Iglesia diferente» sigue vivo.

Lo justifica por las «posturas cada vez más conservadoras y alejadas» de la Iglesia institucional «de los problemas que la gente vive, por ejemplo, ante el derecho a decidir, ante la pobreza y la precariedad en una sociedad neoliberal, en el impulso a la cultura vasca y al euskara, ante la ecología», entre otros aspectos. «El reto de una Iglesia con el pueblo, sigue vivo y es altamente urgente», defiende este cura.

Al ser interpelado acerca de la realidad de la Iglesia, recuerda cuando Jesús Lezaun dijo en 1996 que «pierde, a ojos vista, influencia en Euskal Herria… influencia religiosa, aunque conserve aún influencia sociológica… La Iglesia se empobrece en su espíritu y se desangra por las múltiples heridas de sus impotencias y de sus sometimientos».

Este diagnóstico del teólogo navarro desaparecido mantiene hoy actualidad, en su opinión. «Como denunciaba ‘Herria 2000 Eliza’, las pistas innovadoras del Concilio Vaticano II han perdido fuerza y motivación. El ala conservadora ha tomado las riendas y se encierra en los campamentos de invierno. Se imponen el institucionalismo y la seguridad doctrinal sobre una praxis liberadora y comprometida reducida a grupos muy minoritarios o a alguna organización como Caritas, HOAC…..», relata Félix Placer.

«Estamos entrando en un túnel de oscuridades y miedos ante la laicidad y secularización, en un círculo de encerramientos y huidas donde la Iglesia vasca se mira más a sí misma que a la realidad del pueblo, en un proceso de congelación de avances progresistas, abierto y, comprometidos como ha propuesto nuestra revista y hoy es también el estilo y testimonio del papa Francisco», asegura el miembro de ‘‘Herria 2000 Eliza’’.