David GOTXIKOA

CUANDO EL JAZZ SE VISTE DE HIPSTER SOLO SE MIRA A SÍ MISMO

EL PROYECTO BIG VICIUS DEL TROMPETISTA ISRAELÍ AVISHAI COHEN HABÍA LEVANTADO GRAN EXPECTACIÓN ENTRE LOS AFICIONADOS AL JAZZ CONTEMPORÁNEO PERO, AUNQUE EFECTISTA, SU PROPUESTA NO TERMINÓ DE EXPLOTAR POR COMPLETO. EL TEATRO PRINCIPAL ANTZOKIA RECIBIRÁ HOY AL CUARTETO NORUEGO BRIDGES CON LA COLABORACIÓN DE SEAMUS BLAKE.

Avishai Cohen y sus compañeros de Big Vicius salieron a escena más chulos que un ocho, aunque terminaron por llevarse a casa un cinco raspado: la radical modernidad que a priori ofrecía su propuesta se redujo finalmente a algo bastante menos ambicioso. Hasta el nombre escogido para el proyecto auguraba ideas más desafiantes que el deslavazado mejunje indie que sirvió el quinteto.

La expectación era grande; el prestigio de Cohen prácticamente eclipsaba al resto de protagonistas en el ciclo Jazz del Siglo XXI. Poco o nada se sabía sobre este nuevo proyecto, aunque la formación –dos baterías, samplers, guitarra y bajo eléctrico– invitaba a pensar en algo más rockero, fresco y veleidoso que sus anteriores grabaciones para ECM. El trompetista es uno de los músicos más sólidos de su generación, su rúbrica imprime label de calidad a todo lo que hace y, aunque a lo largo de su carrera ha frecuentado estéticas muy diversas, siempre ha resultado creíble y coherente. Pero este no es el caso de Big Vicius, al menos no de momento. O el proyecto adolece de suficiente rodaje o no esconde mayores pretensiones que pasar un buen rato saliendo de gira con los amigos.

El comienzo rubatto –trotando perezosamente sobre el “Flamenco Sketches” de Miles Davis– podría resumir una tarde con más pose que contenido. Y todo tan característicamente posmoderno que resultaba imposible no anticiparse a los tópicos: «Mal se tiene que dar esto para que no caiga alguna versión de Radiohead». Tocaron “Pyramid”. Bingo. Entre la pretenciosidad y la excentricidad, el repertorio escondió otros hallazgos sorprendentes, como el “Claro de Luna” de Beethoven o “Get Busy” de Sean Paul. Pero la transgresión solo tiene lugar cuando la ocurrencia llega a algún sitio que valga la pena, y a Avishai Cohen le faltaban la tensión y los acompañantes apropiados para hacer ese viaje. Solo el bajista Uzi Ramirez mostró estar a la altura de las circunstancias. ¿Fue todo tan inocuo como estamos sugiriendo? Evidentemente no, hubo momentos donde la música se ensimismó de manera sugerente, empujada por los unísonos de los dos bateristas, y fue entonces cuando Cohen dejó constancia de lo que es capaz cuando se pone a tocar “en serio”.