Carlos GIL
Analista cultural

Las circunstancias y los elementos

Esto es un relato verídico. Un grupo vasco, Kabia, consiguió estar programado en el Festival Internacional de Teatro de Brasilia. Recibió ayudas del Instituto Etxepare para el viaje y todo era muy bonito. Fueron a tomar su primer avión y allá empezó la desventura. Problemas con los billetes. Abrevio. Cuatro integrantes salieron en un vuelo. Seis se quedaron en tierra esperando cómo salir de allí y llegar a su destino. Lo lograron, pero con la ruta cambiada y llegaron a la capital brasileña con veinticuatro horas de retraso. Eso significa problemas de montaje por falta de tiempo.

Fueron al teatro que los acogía y allí descubrieron problemas técnicos. Alguno de los cuales parecía imposible de solucionar. Cuando muy tarde llegaron las soluciones, apretaron mucho, pero tuvieron que aplazar la primera representación y la pasaron al día siguiente en la que realizaron las dos seguidas en cuatro horas. Todos estuvieron secuestrados en el teatro durante esas cuarenta y ocho horas. Vi la segunda representación en compañía de Norka Chiapusso, promotor de la iniciativa, que también sufrió retraso en su vuelo.

Y ahora tengo que hacer un análisis crítico. Me pregunto, ¿tengo que tener en cuenta estas circunstancias en mi crítica? Claro. Y confirmar de paso que el teatro nunca puede ser una industria, por estas razones entre otras muchas. Es algo frágil, cada actuación es un prototipo, y el factor humano es imprescindible. Hay que aplaudir el hecho de que hicieran las dos representaciones salvando todas las circunstancias adversas y luchando contra los elementos.