Beñat ZALDUA
BARCELONA
DESACUERDOS EN CATALUNYA

El bálsamo de la Diada apenas dura un día entre los partidos catalanes

La historia de una moción en el Congreso de los Diputados a favor de un diálogo Estado-Generalitat en el marco de la ley volvió a tensionar ayer al soberanismo. El PDeCAT abanderó, el Govern avaló, la CUP criticó y ERC anunció su oposición a un texto que su impulsor acabó retirando, dibujando un cuadro que cuesta cada vez más interpretar.

La paz en el independentismo ha durado lo que dura una Diada. Tras el bálsamo de un exitoso 11 de setiembre, los partidos recobraron el protagonismo con unos movimientos que, en nombre de la honestidad, cabe admitir que resulta difícil descifrar. Quizá algún día se conozca la contraseña que permita interpretarlos. Todo empezó el mismo martes de la Diada; mientras un millón de personas llenaba la avenida Diagonal para reclamar avanzar hacia la República, el diputado del PDeCAT en Madrid Carles Campuzano transaccionaba una moción en el Congreso con el PSOE para instar a Moncloa y Generalitat a un diálogo «en el marco del ordenamiento jurídico vigente».

El texto original del PDeCAT instaba a Madrid a «abrir un proceso de diálogo con el Govern de Catalunya en el que todos puedan defender sus ideas, aspiraciones y proyectos libremente, sin imposiciones ni impedimentos». Pero la líder del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, condicionó su apoyo a la inclusión de la coletilla del marco jurídico vigente, una mención que arroja la moción contra el muro de la Constitución.

Campuzano, miembro del ala más pactista del antiguo espacio convergente, aceptó. Y Junts per Catalunya, cuyos líderes se hicieron con el mando del PDeCAT tras el congreso de junio, y que tan solo hace unos días auguraron graves consecuencias si el Gobierno no indica a la Fiscalía que rebaje las acusaciones contra los dirigentes procesados, avaló el movimiento de Campuzano.

Sin embargo Esquerra, defensora de la distensión con el Gobierno español durante los últimos meses, anunció que no apoyaría la moción en la votación que debía celebrarse hoy. «El límite es el respeto a los derechos fundamentales y a los principios democráticos. La ley es mutable y no puede ser el argumento para limitar el diálogo», apuntó el partido en Twitter. A última hora de la tarde, ante la evidencia de que la oposición de ERC condenaba la moción al fracaso, el PDeCAT decidió retirarla del orden del día.

La afición al regate en corto y competencia entre los dos grandes espacios catalanistas son notorias y explican mucho de lo que ha ocurrido en los últimos meses en Catalunya. Pero no todo. Quizá algún día tengamos las claves para descodificarlo.

Mientras tanto, en la CUP ayer no escondieron su escepticismo. Criticaron abiertamente la moción del PDeCAT y decidieron abandonar la comisión de territorio del Parlament. La razón, explicada por la diputada Natàlia Sànchez, es que este foro se encuentran bloqueado por la indecisión de JxCat y ERC sobre los diputados encarcelados y exiliados, formalmente suspendidos por el juez Pablo Llarena. La Mesa del Parlament no ha decidido todavía si desobedecer al TS o acatar y retirar su escaño a los suspendidos –entre ellos Puigdemont–. Y mientras no se decide, la mayoría independentista en el Parlament está en suspenso, como denunció ayer la diputada cupera. Concretamente, Sànchez abandonó la comisión después de que la votación de una resolución acabase en empate tres veces. En casos así, la balanza se inclina hacia el lado que cuenta con más diputados en el pleno del Parlament, pero como la mayoría está en disputa, la Comisión elevó la votación a la Mesa.

Bildu, akelarre y ultraderecha

Donde las cosas están más que claras es en la derecha española, antídoto infalible contra toda esperanza de un referéndum pactado. Más aún con PP y Ciudadanos en competitivo descenso hacia las catacumbas de la derecha. Ayer cada uno habló desde su plaza fuerte. La líder de los naranjas en Catalunya, Inés Arrimadas, que no ha abierto la boca ante la evidencia documentada de que cada vez que ha convocado una manifestación ha habido agresiones de ultras, no tuvo empacho en afear que una representación de la xenófoba Lega Nord de Salvini celebrase el martes la Diada en Barcelona. Por cierto, fueron expulsados del homenaje a Rafel Casanova por los CDR. Mientras hablaba alegremente de la presencia de la ultraderecha en la Diada, Arrimadas también mencionó sin reparos a la delegación de EH Bildu.

Otra expresión vasca que suele gustar en el unionismo es el akelarre, que ayer empleó el líder del PP, Pablo Casado, para referirse a la movilización del martes en la Diagonal. También pidió, de nuevo, la aplicación del 155 contra Catalunya.

PP y Ciudadanos coincidieron igualmente en su crítica al ministro de Exteriores, Josep Borrell, que ayer buscó enmendar el desliz que le llevó a defender la libertad condicional de los presos políticos. «Si lo que pasó en Catalunya el 6 de setiembre pasase en Hungría, toda Europa pondría el grito en el cielo», aseguró para dejar las cosas claras.