Aritz INTXUSTA
IRUÑEA

Arranca un San Fermín pensado para los txikis y con la memoria puesta en 1978

Hace 40 años, los sanfermines de Aldapa fueron espectaculares. La muerte de Germán Rodríguez, miembro de la asociación de vecinos del barrio, amputó las fiestas grandes y la ciudad se resarció programando incluso encierros en San Fermín Txikito. Ayer, Alde Zaharra puso en marcha sus fiestas una vez más con con cohetes disparados por niños. El corazón de Iruñea se reivindicó como un barrio vivo y participativo cuatro décadas después de aquella tragedia.

Nada más lanzar el cohete y las chucherías, Zuriñe Iriarte bajaba las escaleras de San Fermín de Aldapa abrazada a cuatro bolsas de gusanitos. Tiene nueve años, llevaba una chistera y una vara de mando, las dos de plástico. Tres radios le pusieron sus micrófonos delante. «¿Qué es lo que más te gusta de las fiestas?», le preguntaron. «No lo sé», les contestó. En cuanto pudo, les dio esquinazo y le dejó las bolsas a su madre.

El txupinazo de San Fermín Txiki lo tira una corporación compuesta por niños. Antes había alcalde y concejales, pero ya no. Son todos iguales. «Bastante es ya destacar a cinco sobre todos los demás como para luego darle a uno más importancia todavía», explica Nor, de la asociación Aldezar.

El txupinazo, entre avisos para que no hubiera empujones a la hora de coger las golosinas, se retrasó un poco. Primero bailaron los gigantes. En lugar de los pañuelos rojos en alto, los escolares que se apiñaban bajo el balcón levantaban bolsas de plástico. Se escuchó una voz agudísima de niña: «Bienvenidas y bienvenidos a San Fermín Txiki. Somos la corporación txiki de este año y vamos a tirar el txupinazo». Luego un niño avisó para que no hubiera empujones. «Gora San Fermín Txiki!», gritó conjuntamente toda la corporación.

Enseguida se vio que los avisos de los empujones servían de bien poco. Los únicos que podían poner orden a partir de ese momento eran los kilikis.

«La corporación txiki se elige en un día de juegos en el que se juntan los colegios el barrio. San Francisco y Dominicas», prosigue Nor. La idea es que los chavales del barrio se conozcan e interactúen entre ellos. Al final de ese día de actividades, por sorteo salen los cinco lanzadores del txupinazo.

Nor insiste en la importancia de que estas fiestas sean unas fiestas de barrio. San Fermín Txikito gana en popularidad año a año, pero quienes lo sacan adelante no quieren que este auge acabe desdibujando la esencia de la fiesta. Estas celebraciones se están convirtiendo en las segundas fiestas de la ciudad y eso tiene sus peligros. Y el mayor de ellos es el que pierdan su esencia popular.

Montar unas fiestas así acarrea un trabajo espectacular. Nor detalla que 12 personas se encargan de la organización durante todo el año. El pistón se aprieta en junio, cuando se apuntan más voluntarios y se implican una quincena de colectivos. Las actividades salen adelante con el apoyo del pequeño comercio del barrio.

Un aniversario especial

Mientras los kilikis y los cabezudos hacían correr a los pequeños, la Plaza de la Nabarreria se ponía seria para un momento especial. La bertsolari Irati Majuelo se subió a un escenario y cantó en recuerdo de la represión a la que se sometió a la izquierda alternativa del barrio hace 40 años. Luego se llamó a que se subieran a él a los miembros de aquella comisión de fiestas de Alde Zaharra a la que le tocó organizar unos segundos sanfermines con varios encierros después de que se suspendieran los sanfermines de 1978. También subieron miembros de la Federación de Peñas de ese año. Su barrio les recompensó con un aurresku.

«Hoy, en el 40 aniversario de todo aquello, podemos afirmar con orgullo que aquel barrio que arrasaron sigue más vivo que nunca. Alde Zaharra rezuma asociacionismo y participación vecinal, así como la misma dignidad que demostramos. Dignidad para impedir que nuestro barrio se convierta en un mero solar al servicio de los especuladores», proclamaron.

El acto acabó a modo de brindis: «¡Que la fiesta y la subversión se hagan dueñas de las calles de nuestra barrio y que estos sanfermines txikitos sean como aquellos otros de hace 40 años: los mejores sanfermines de nuestra vida».