Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
Elkarrizketa
RODRIGO SOROGOYEN
DIRECTOR

«‘El Reino’ surgió de la indignación que me generan ciertos políticos»

Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981) presenta en Donostia su nueva realización, «El Reino», un thriller protagonizado por Antonio de la Torre y Bárbara Lennie que gira en torno a un político señalado como corrupto y desterrado de su partido.

Rodrigo Sorogoyen no oculta la satisfacción que le produce haber podido sacar adelante sus proyectos y reconoce sentirse «un tanto privilegiado dentro de un contexto en el que la cultura no ha sido ajena al profundo deterioro que ha sufrido la sociedad en general». Quizás por este motivo, por las situaciones padecidas por una sociedad marcada por el desencanto y las penurias económicas, le generó en sus entrañas un profundo malestar descubrir en las cabeceras de los telediarios y los titulares de prensa el encadenado de casos de corrupción que sacuden diariamente al Estado español. Dos años después del premio al mejor guion que logró junto a Isabel Peña por “Que Dios nos perdone”, este autor madrileño regresa a la Sección Oficial de Zinemaldia con un nuevo thriller en cuya trama también ha participado la guionista Isabel Peña.

El género negro surgió de la necesidad de explorar la trastienda norteamericana. ¿Esto es aplicable a su discurso?

Es cierto que los grandes clásicos del género negro rebuscaron en la basura de la sociedad estadounidense y también creo que el thriller es un excelente vehículo dramático para expresarlo.

En “Que Dios nos perdone” este formato era muy evidente debido al rol protagónico de los dos policías que interpretaron Antonio de la Torre y Roberto Álamo, pero en “El Reino” tal vez se concreta un poco mejor esa esencia del cine negro porque es una película que surge de la indignación que me provoca ese tipo de político atrincherado en la soberbia y que carece por completo de escrúpulos mientras, aprovechándose de su privilegio, roba a manos llenas, saluda a la gente como si no hubiera pasado nada y todo ello mientras la sociedad se hunde lentamente en su propio desencanto y mala leche.

Antonio de la Torre interpreta a un político de segunda fila que se ve inmerso en un escándalo de corrupción. ¿Cómo fue el proceso para perfilar a este personaje?

Tanto Isabel Peña como yo tuvimos que descartar muchísimos detalles porque la propia realidad trastocaba por completo nuestros planes. Crear un personaje excesivamente reconocible no nos hubiera permitido profundizar en su personalidad. Lo pasamos muy mal durante la redacción del argumento porque constantemente las noticias nos devolvían a una realidad sobre la que estábamos escribiendo y eso me provocaba verdadera repugnancia. No hemos querido hacer una película sobre “buenos y malos”, queríamos indagar en un hombre de clase media que, de repente se encuentra en mitad del fango y siendo plenamente consciente de ello.

 ¿Antonio de la Torre fue su primera opción?

Sí, siempre fue él. Reconozco que en “Que Dios nos perdone” no aproveché al máximo el gran talento que atesora Antonio de la Torre.

A pesar de que siempre se le relaciona con personajes bastante introvertido y a ratos temibles, en realidad es todo lo contrario. Es una persona con un gran sentido del humor y para mí se amolda a la perfección a la imagen del ciudadano medio que queríamos transmitir.

Otro elemento a tener en cuenta es el ritmo que ha imprimido a la realización.

Este ritmo no es solo aplicable a persecuciones frenéticas o tiroteos en mitad de la calle. La cámara debía captar cada uno de los acontecimientos que se suceden sin pausa alguna y que tienen como “víctima” central a un personaje que se está viendo superado por los acontecimientos. Es una situación de tensión constante y que nunca otorga tregua. No quería tiempos lentos que alteraran esa sensación porque, en el fondo, lo que pretendo es que el espectador se meta en la piel del protagonista.

¿Qué supone esta nueva visita a Donostia?

Un reto, mucha ilusión y los nervios habituales. Venimos del Festival Internacional de Cine de Toronto y ahora aguardamos con impaciencia la opinión que genera un proyecto que también señala de manera incómoda a una sociedad en la que todos estuvimos un tanto anestesiados ante estos escándalos.

¿Se encuentra expectante ante la opinión del público?

Sin duda, porque trata algo que nos toca a todo el mundo. Aunque [lo dice entre sonrisas] no estoy muy seguro de que la gente quiera pagar una entrada  para ver a un tipo que le está robando.