Anjel Ordoñez
Periodista
JO PUNTUA

«Hic sunt dracones»

Hic sunt dracones». Los creadores de los mapas de la antigüedad estampaban esta frase para referirse en sus primitivas cartas geográficas a los territorios desconocidos, aquellos que todavía no habían sido explorados. Probablemente no haga falta, pero facilito la traducción: «Aquí hay dragones». Esta fórmula desnudaba a un cartógrafo temeroso de lo desconocido, convencido de que cualquier «terra ignota» no podía ser sino cuna de entes pavorosos, amenazas para el mundo civilizado. El miedo a lo desconocido ha sido y es, en realidad, un poderoso resorte genético del instinto de supervivencia. Porque en aquellas tierras extrañas nunca hubo dragones, pero sí otros seres letales para el explorador temerario: leones, elefantes, fenomenales serpientes...

El «procés» en Catalunya vive un momento complejo de incertidumbres, pero también de certezas. La certeza de que en la ruta que han emprendido acechan dragones de varias cabezas con poder para incendiar iniciativas, cercenar proyectos y engullir personas de un solo bocado y sin parpadear. La certeza de que quienes ahora los encierran en la cárcel mentían cuando sobaban sin pudicia el mantra del «cualquier proyecto político puede ser defendido en ausencia de violencia». La certeza de que la fuerza a la que se enfrentan es desmedida, desatada e irracional. Pero no insuperable.

Como aquel cartógrafo, los procesos que exploran vías hacia la soberanía se enfrentan a la ardua labor de abrir caminos nuevos. Caminos que deberán, unas veces, sortear los obstáculos con legítimas tácticas de ingeniería política. Otras, sin embargo, el itinerario tendrá que resolverse en el no menos legítimo terreno de la confrontación, con la energía y la determinación que en cada caso sean necesarias y que serán difíciles de gestionar si no es a través de una estrategia de unidad que supere las inevitables discrepancias puntuales entre sensibilidades diferentes.

Cuenta la leyenda que, a pesar de la hambruna, dos corderos diarios entregaba el pueblo al insaciable dragón. Vencido el miedo, de la tierra regada con la sangre derramada de la bestia brotó una rosa. Les suena, ¿verdad?