Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «El regreso de Ben»

El instinto maternal de protección frente a las drogas

El cuarto largometraje en la dirección del productor Peter Hedges es muy competente en su planteamiento y desarrollo, hasta que en el tramo final un exceso de melodramatización frena su capacidad analítica y descripitiva de la realidad social que retrata, con una secuencia de cierre poco inspirada que el espectador recibe aliviado como corte en seco a lo que todavía podía haber ido a peor de seguir por esa línea un tanto errática del último acto.

Por suerte, la hemorragia para de sangrar y todo se queda en un susto, gracias a lo que el público sale del cine satisfecho sin la sensación de haber perdido su tiempo y su dinero.

En el festival de Toronto a la prensa especializada le debió de pasar otro tanto, ya que se decantó por la película de Peter Hedges frente a la del flamenco Felix Van Groeningen, habida cuenta de que “Beautiful Boy” aborda el mismo asunto de la problemática familiar del hijo con una drogadicción, solo que cambiando la relación maternofilial por una paternofilial. Desde el mismo prólogo “Ben is Back” logra establecer un vínculo muy especial entre la mujer y su retoño, como si ambos mantuvieran un tipo de comunicación al margen del resto de la familia. Nadie parece confiar en la rehabilitación del Ben del título, que vuelve a casa por Navidad como el turrón, excepto ella.

Fue el maestro Paul Schrader quien sentó las bases argumentales del progenitor que desciende a los infiernos para rescatar a su heredera en peligro con “Hardcore” (1979), y aquel particular calvario que recorría el actor George C. Scott lo cubre ahora Julia Roberts en apenas 24 horas, en una especie de carrera contra el reloj por devolver a su chico a la normalidad del hogar. Su única arma es el profundo conocimiento que tiene del joven adicto interpretado por Lucas Hedges, hijo en la vida real del director de la película. Pero esto le obliga a luchar contra sí misma, contra su debilidad como fiel madre protectora.