EDITORIALA
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La EPA revela la debilidad del modelo económico

Ayer el INE publicó los datos de la Encuesta de Población Activa del último trimestre de 2018. Los datos para Euskal Herria peninsular muestran pequeños incrementos o leves caídas del desempleo, dependiendo del herrialde. Unos guarismos que más que una tendencia positiva o negativa clara indican el agotamiento de los actuales políticas de creación de empleo basadas en la temporalidad y el trabajo precario. Además, el ciclo económico alcista ha comenzado a declinar, lo que acentúa los limites de esas políticas para crear puestos de trabajo de calidad y reducir el desempleo y la pobreza.

En cualquier caso, una encuesta de esta amplitud y características ofrece datos suficientes como para que cada cual haga la lectura que más conviene a sus intereses. En general, el análisis, la reflexión y la ponderación suelen brillar por su ausencia en las valoraciones posteriores. Así, los discursos triunfalistas de los gobiernos cuando son favorables –o las críticas a la metodología cuando son desfavorables, como hizo ayer el vicepresidente navarro, Miguel Laparra– contrastan con las apreciaciones críticas de sindicatos y otras organizaciones sociales. La patronal por su parte, utilizó las debilidades que dejaron traslucir los datos para subrayar el efecto negativo que tendrá en el empleo cualquier cambio de política económica; y auguraron que será especialmente grave en el caso de que opte por un incremento en los impuestos.

En este maremágnum de datos y valoraciones conviene no perder de vista dos cifras que relativizan los resultados de las políticas de empleo aplicadas: Euskal Herria todavía no ha alcanzado el número de puestos de trabajo previo a la crisis, y además la tasa de actividad –personas dispuestas a trabajar sobre el total– es de las más bajas de la Unión Europea. La políticas actuales han servido para maquillar los números, pero poco más. Este modelo económico no es capaz de proporcionar los medios para una vida digna.