A Gasteiz, o de pasacalle al pabellón con la charanga
La plantilla gasteiztarra ya está en casa, mientras que parte de los aficionados sigue dando color a la Copa.

De los más de 2.500 abonados que se fueron a la Copa desde Euskal Herria, un puñado se ha desentendido de la misma después de la amarga eliminación de Kirolbet Baskonia. Alguno quizá hasta se haya vuelto a su casa, aunque probablemente los más sigan en Madrid valiéndose del fin de semana, y quién sabe si de algún dinerillo extra con la venta de los abonos. Otro puñado, en cambio, sigue impertérrito en el torneo copero, tomándose la vida un poco menos en serio que la plantilla del Baskonia, esta sí, de regreso a casa tras su fracaso ante el Joventut.
Fracaso, bendita palabra. Si en los mínimos de los objetivos de cada temporada de Kirolbet Baskonia está llegar a semifinales de la Copa o, en su defecto, competir contra el Real Madrid o el Barça si es que tocan en cuartos de final, lo sucedido el viernes ha dejado a más de uno con el morro torcido y una decepción de difícil digestión. Si Luca Vildoza no lloraba a moco tendido en la sala de prensa después del correctivo recibido ante la Penya –y en su caso, ante su «maestro» Nico Laprovittola– no era por falta de ganas. This is The North, rezaba el lema de la escuadra gasteiztarra en vísperas de «bajar» a Madrid. La cruda realidad ha demostrado que en este Juego de Tronos que es la Copa, al Baskonia le ha tocado irse back to the North mucho antes de lo deseado y con el rabo entre las piernas.
«No es un fracaso porque en la Copa puede pasar cualquier cosa, pero tengo tristeza por no mostrar nuestra mejor cara y la pelea que normalmente demostramos. Nos duele muchísimo y estamos tristes y no tenemos palabras para describir lo que sentimos, pero nos ganó un equipo que jugó mejor y al que hay que dar la enhorabuena», insistía tras el partido del viernes un molesto Velimir Perasovic, enojado por la insistencia en querer calificar de fracaso el desenlace copero.
Pagar la penitencia
Ha sido la plantilla de Kirolbet Baskonia la primera en abandonar la vorágine copera. Aunque la semana que viene no hay jornada de la Liga ACB a cuenta de las Ventanas FIBA, Velimir Perasovic y los suyos tienen bastante quehacer con preparar un importante partido de Euroliga en el Palau Blaugrana que disputará el jueves que viene.
De haber ganado la Copa, el choque de Euroliga de Barcelona hubiera sido igual de importante, pero desde luego que el talante con el que se prepararía el partido sería otro. Mientras que con la derrota a cuestas –«la cuchillada», recordaba el veterano periodista de Radio Vitoria Rafa Muntión, citando al llorado Manel Comas–, la preparación del encuentro –por no hablar del viaje en autobús hasta Gasteiz– será más parecido a purgar una penitencia.
Desde luego que el viernes varios jugadores quedaron más que marcados por su pobre actuación. Vildoza y Huertas aportaron en ataque, pero Laprovittola los superó a los dos y durante demasiadas ocasiones, en especial con el 80-83 en el marcador, se olvidaron de mover al equipo. Shavon Shields fue otro de los que desapareció, muy bien defendido por los aleros de la Penya –tanto Ventura como el getxoztarra Xabi López-Arostegi tuvieron mucho que decir al respecto–, por no hablar de un Ilimane Diop que, en los cuatro minutos que dispuso sobre la pista solo aportó tres faltas personales. Poirier, por otro lado, hizo daño en ataque, pero en defensa se vio muy superado por Marko Todorovic.
Sin embargo, quizá la mayor penitencia la va a tener que purgar Johannes Voigtmann. El ala-pívot alemán parecía haber encontrado su condición de líder del Baskonia después de la lesión de Shengelia, pero ante el Joventut solo aportó chispazos, negándose en demasiadas ocasiones a lanzar a canasta, un defecto que choca frontalmente con el imaginario de «carácter» que el Baskonia espera de sus jugadores, aún en la derrota.
La vida sigue
Sin embargo, la vida sigue y la Copa continúa, ya que todavía resta la final de hoy. Desde luego, la derrota del viernes no olvidó que el «Araba Etxea» –cuartel general de Kirolbet Baskonia en la Copa– era el emplazamiento elegido para llevar a cabo la kalejira de aficionados camino al WIZink Center.
Una kalejira que volvió a ser bien numerosa, demostrativo que la Copa que disputan los aficionados no solo se circunscribe a los resultados del propio equipo. Evidentemente, esta vez se echó de menos la presencia de Shengelia y Granger, que el jueves se dieron un baño de multitudes en compañía de la charanga. Como el horno no está para bollos, a nadie se le hubiera ocurrido pedir la presencia de la plantilla gasteiztarra después del trompazo ante el Joventut, pero tampoco hubiera estado de más algún gesto por parte del club más allá del reconocimiento vía redes sociales.
Hasta la propia afición ha digerido peor la derrota en esta edición de la Copa que en años anteriores. En otras ocasiones, sin llegar a la hora y pico de fiesta que se organizó en el Bizkaia Arena del BEC en la Copa de 2010, la afición ha despedido a los suyos sin perder la sonrisa ni la alegría –aún en derrotas tan duras como la de la Copa de Gasteiz 2017, tras caer en semifinales en la prórroga frente al Real Madrid–, aunque el viernes no hubo cánticos ni petición alguna para que los jugadores regresaran al parqué.
Pero la vida sigue, un fin de semana copero en Madrid no es mal bálsamo, y la Euroliga espera en apenas cuatro días.

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