«He pasado momentos duros, pero yo siempre he querido hacer cine»
Marina Lameiro consiguió el premio del público en el Festival Punto de Vista 2018. Y estuvo nominada a los Premios Feroz. Es su primera película, un documental en el que explora la construcción de la identidad en las personas de su círculo más cercano en un momento de crisis: el fin de la juventud y la transición a la edad adulta. «Young & Beautiful» ha llegado a los cines Golem de Iruñea.
“Young & Beautiful”, que toma su nombre de una canción de Lana Del Rey, tiene su origen en el proyecto de un máster de creación y documentación que la cineasta iruindarra cursó en la Universidad Pompeu i Fabra de Barcelona. En el documental la cámara sigue a cuatro personas (Das, Ione, Poti y Nais) que forman parte del entorno íntimo de Lameiro, explora sus temores, sus expectativas, la búsqueda de sí mismos y de su identidad en un momento clave de sus vidas, como es el paso a la edad adulta y el duelo por la pérdida de la juventud.
Podría ser una película generacional, la de los nacidos en la década de los ochenta, y en cierto modo lo es, pero a la vez resulta atemporal y universal, pues reduce el foco a aquellos que deciden, de un modo u otro, no plegarse a una vida convencional. Y es a la vez un autorretrato de la propia Marina Lameiro y una prueba, un proceso de construcción de su propia identidad, pues la buena acogida que ha tenido “Young & Beautiful” le está permitiendo a la autora aquello que siempre ha querido, hacer cine e intentar vivir de él.
La idea inicial de esta película era en realidad otra…
Sí, es un poco largo de contar… Al principio era un proyecto para un máster de cine documental que consistía una exploración del tercer sexo, mezclado con el mito del origen del amor de Platón… un rollo. En definitiva, se trataba de una peli en la que yo pretendía ver cómo algunas personas (gente hipotética, que aún ni siquiera conocía) construían su identidad y cómo la habían construido desde la infancia. Mi tutor del máster me invitó a darle un giro de 180 grados y explicar cómo había construido yo mi propia identidad. Estuve mucho tiempo trabajando en ello, pero, aunque tenía todo aquello de lo que quería hablar, no encontraba la materia fílmica, hasta que un día comprendí que lo que debía hacer era mirar a mi alrededor y ver cómo las personas de mi círculo más cercano estaban buscándose a sí mismas en un momento de la vida, además, clave, el del paso de la juventud a la edad adulta.
¿Cómo se tomaron ellos esa idea y esa intromisión y exposición de su intimidad?
A todos cuando se lo propuse me dijeron que sí, incluso mi hermana, Ione, que es una de las protagonistas de la película, y que yo esperaba que no aceptara, pero también lo hizo. Después cada uno reaccionó de diferentes modos ante la cámara. Poti y Nais, el cantante y la madre, siempre lo llevaron de un modo bastante natural. Das, el bailarín, por el contrario, yo he sentido que nunca llegó a estar cómodo, excepto el último día.
¿Quizás porque a Das lo conoció durante el rodaje, y no formaba inicialmente parte de ese círculo cercano?
A Das lo conocí a través de Poti. Leyó un texto que yo había escrito para la película y le emocionó mucho, entonces me contó su historia, y a mí me llegó mucho y le propuse estar en la película.
Es muy emocionante el momento en que él dice que de pequeño se iba a la cama y rezaba para levantarse al día siguiente y ser una niña, algo que tiene que ver además con la construcción de la identidad de la que ha hablado, supongo que se refiere a eso…
Sí, me pareció muy brutal además cómo un niño de esa edad perdió la fe.
Uno de los adjetivos recurrentes para definir «Young & Beautiful» es que se trata de una película generacional. ¿Está de acuerdo?
Sí, pero yo no planteo lo de generacional como toda la gente de la misma edad, de un mismo lugar, sino de determinada gente y cómo ve la vida. Si yo hubiese hecho esta película antes de la crisis los modos de ver la vida de los protagonistas hubiesen sido similares, mientras que los de otra gente de nuestra edad no se verían tan reflejados. Nosotros antes de la crisis ya habíamos decidido vivir así, ya ocupábamos, no queríamos un trabajo de ocho horas que supusiera vender tu vida al sistema de mercado.
De repente llegó la crisis y mucha gente que no se había planteado estas cosas, empezó a hacerlo, de modo que eso hizo que ese retrato generacional sea más amplio. Y me gusta que haya gente que se vea reflejada, pero la película no pretende tomar el pulso a la sociedad, después de un periodo de crisis, no es eso.
Además también hay algo atemporal en la película, ese paso a la edad adulta, o esa resistencia de ciertas personas a seguir los cauces establecidos.
Es un retrato generacional, pero también de un momento vital, no se trata de algo exclusivo de gente que nacimos en los ochenta, hay gente de la edad de mis padres que ha visto la película y se ha visto reflejada. Es una etapa de la vida, aunque también es cierto que hay gente que no ha pasado esa etapa, o que ha pasado por ella sin plantearse cosas.
¿Pensó al hacer el documental en un público concreto?
No. Sí quería hacer una película accesible. Y tenía la curiosidad de ver cómo conectaría la gente mayor y quienes no han pasado por eso aún. Y me ha sucedido que los mayores se sienten identificados (aunque también me dicen que la crisis de los cuarenta es peor, y peor que la de los cuarenta la de los cincuenta; también hay gente que comenta que la vida es eso, eternas crisis), y luego la gente más joven, de veinte años, también conecta, de hecho “Young & Beautiful” ha sido seleccionada por el Gaztefilm Fest de Laudio, un festival organizado por niños y jóvenes.
Ha recibido diferentes premios, como el del público en Punto de Vista, o la nominación para los Premios Feroz, supongo que eso recompensa y da confianza.
Sí, aunque lo realmente increíble, por ejemplo en Punto de Vista, fue ver el día del pase la sala llena con la gente riéndose, disfrutando de la película… Después de Punto de Vista hubo como un parón de unos seis meses, y yo pensaba que “Young & Beautiful” ya había hecho su recorrido, pero después, desde octubre hasta ahora, ha vuelto a ser seleccionada en festivales, a ganar premios…
Supongo que se lo preguntarán mucho pero, ¿cómo ha sido la evolución de los personajes fuera de la película?
Poti, el cantante siempre dice que tuve mucha suerte de pillarle en un momento que estaba fatal. Ahora está mejor, trabaja en estilismo y maquillaje… Nais, la madre, está estudiando sicología. Das volvió a bailar. Mi hermana, Ione, después de hacer un máster de fotografía, hizo el mismo máster de cine documental que yo y ahora hemos montado una productora, Hirukifilmak, con Garazi Erburu, la ayudante de producción en la peli, y hemos recibido una ayuda del Gobierno de Nafarroa para rodar su película.
Y usted, ¿cuál era su papel en la peli? ¿Hay algo de autorretrato, a través de los demás?
Sí. Cuando escribí la peli yo estaba más presente, mi personaje era uno más, pero mientras grababa me di cuenta de que no funcionaba, quedaba antipático cuando yo hablaba de mi vida, resultaba forzado, y decidí solo entrar cuando ellos me metían, si hacían alguna pregunta…
Otra de las cosas que llama la atención, que cobra también protagonismo, es la presencia constante de la naturaleza…
Había veces que yo no sabía muy bien qué era mi peli. Yo me movía para ir a ver a los protagonistas, iba en tren o en coche, y eso tenía algo de road movie, otras veces me parecía una película de paisajes, porque asociaba a cada personaje concreto con un paisaje. En ese sentido creo que soy bastante romántica, en cuanto al movimiento artístico o literario. Por ejemplo a mi hermana la asociaba con lugares abandonados, raves, espacios ocupados, humanos pero a la vez salvajes; a Poti, que es de Donostia, lo veía asociado a lugares con mar; a Das, aunque vivía en Madrid, solo lo grababa cuando venía a su pueblo, en Nafarroa, porque lo asociaba con su niñez, los campos de trigo; y a Nais la veía como la más urbana, quizás porque es la más terrenal, y también en la que hay una evolución más clara, desde la pequeña depresión en la que se encuentra al empezar la película, que identifico con lugares cerrados, hasta un momento en que va abriéndose, saliendo a espacios abiertos, paisajes…
¿La película le ha abierto puertas, tiene otros proyectos?
Sí, me ha abierto puertas. Estuve mucho tiempo con esta película y eso supone que a veces la gente te diga si tiene sentido lo que estás haciendo, o que tú misma te lo plantees. He pasado momentos duros, pero yo siempre he querido hacer cine y lo cierto es que desde hace un año he tenido diferentes proyectos, por ejemplo las “Píldoras de vida” que he hecho para el Ayuntamiento de Iruñea junto con Maddi Barber, sobre Carmen Baroja y Emiliana de Zubeldia, o las pelis de mi hermana o de Arantza Santesteban, que estamos produciendo desde Hiruki… “Young & Beautiful”, en cierto modo ha sido para mí una prueba, la prueba de que puedo hacer cine, y puedo vivir de él.
«Píldoras de vida» visibiliza mujeres del ámbito cultural. ¿Cómo valora la presencia y representación de mujeres en su profesión?
La presencia de mujeres en el cine me resulta insuficiente. En mi experiencia profesional de los últimos años he tenido la suerte de haber podido elegir trabajar rodeada de mujeres a las que admiro y de las que he aprendido mucho, pero no es representativo de la profesión. Todavía sigue habiendo una mayor presencia masculina en prácticamente todos los ámbitos, pero creo que es algo que deberían dejar de preguntarnos únicamente a nosotras y preguntárselo más a los hombres.