Iker BIZKARGUENAGA
GASTEIZ
Elkarrizketa
BEATRIZ HERRÁEZ
DIRECTORA DE ARTIUM

«El discurso de la paridad debe traducirse en hechos, no limitarse a lo simbólico»

Beatriz Herráez (Gasteiz, 1974) llegó el pasado otoño a la dirección de Artium avalada por una dilatada y reconocida trayectoria profesional, tanto en la ciudad como a nivel internacional, y con ideas claras para un museo que enfila su vigésimo aniversario repensándose a sí mismo.

El contexto artístico y cultural de Gasteiz no le resulta extraño, ¿cómo ve la ciudad?, ¿con qué ánimo afronta su regreso?

Conozco la ciudad porque además de haber crecido y estudiado aquí, he trabajado de manera profesional en este contexto. Gasteiz es un enclave interesante y activo no solo en el plano de las artes plásticas sino también en otros espacios de cruce entre disciplinas, como son los de la música, la literatura, el cómic o las artes en vivo. Estas iniciativas forman parte de un paisaje rico que es producto de un tejido social muy dinámico. La ciudad y el territorio han demostrado capacidad para generar propuestas de calidad. Confío en que el proyecto a desarrollar en el museo sea cómplice e impulsor necesario de esta realidad dinámica en Gasteiz y por extensión en todo el País Vasco.

¿Cómo ha sido el aterrizaje como directora de Artium?

Estoy en ello. El proceso de aterrizaje ha comenzado en primer lugar con la interlocución con los equipos propios del museo, y luego con ver cómo estos se pueden relacionar con el proyecto a desarrollar durante los próximos cinco años. Artium cumple dentro de poco dos décadas de recorrido, y creo es un punto importante para hacer una reflexión sobre lo realizado hasta ahora, en qué momento nos encontramos y qué queremos contar. Me parece importante pensar Artium desde una doble dimensión. La primera tiene que ver con la de ser sede de una importante colección de arte contemporáneo que recorre, entre otros, los discursos artísticos que atraviesan el arte producido en Euskadi desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. Y por otro, desde una dimensión más dinámica, que pone en relación estas prácticas del contexto con los debates del ámbito internacional. Una de las funciones principales del museo consiste en habilitar relatos sobre lo sucedido en el territorio de las artes plásticas, desarrollar argumentos que crucen las artes visuales con otras prácticas culturales.

En su presentación hizo hincapié en los programas de mediación, ¿en qué consisten?

Tenemos un punto fuerte, que es que hay un equipo de educación que ha desarrollado una labor importante, sobre todo en lo relacionado con las formaciones regladas, pero creo también que en los programas que tienen que ver con seminarios, conferencias y talleres hay un recorrido por hacer y en el que vamos a trabajar. Además, vamos a reforzar los vínculos con la Universidad, a intentar poner en marcha proyectos con los estudios de Humanidades que están localizados en Gasteiz y también con la Facultad de Bellas Artes en Leioa. Asimismo, vamos a intentar dar cabida a otro tipo de programas de estudios que de alguna forma tengan que ver con la transmisión y el conocimiento entre los artistas y de los artistas con la sociedad.

Algo que afecta directamente a los procesos de mediación del conocimiento en el museo tiene que ver con el hecho de retomar las cronologías a la hora de trabajar con la colección permanente. Un modo de hacer que permite que quienes se acerquen a las salas cuenten con pistas, datos e informaciones que les permitan ampliar y conformar sus propias lecturas y recorridos. Vamos a fijarnos en los años 80 y 90, que son un buen punto de inflexión para entender qué es lo que ha sucedido y qué está sucediendo casi en el presente en Euskadi. Los 80 y 90 también son una etapa clave para entender cómo se construye una ciudad como Gasteiz, es un periodo donde lo político y lo artístico se comunican de manera muy singular, y desde el que es posible pensar el presente, el modo en el que nos construimos como sociedad.

El principio de paridad es algo que tiene muy presente en su proyecto para el centro, ¿no?

Sí, es algo que llevo incorporado en mi trayectoria profesional. Como comisaria-jefe del proyecto desarrollado con la dirección de Xabier Arakistain en Montehermoso, una de las líneas de trabajo que atravesaba el proyecto era que proponía aplicar la paridad en todos los ámbitos de la programación del centro, desarrollando un programa de carácter internacional. En su momento fue una propuesta contestada desde muchos sectores, incluso algunos de los que no esperábamos esas reacciones, cuestionando el programa en términos de la excelencia o de la calidad. Creo que diez o doce años más tarde eso ya no es algo planteable, y afortunadamente se ha producido un recorrido que nos ha llevado a ser capaces de enunciar y constatar que es posible hacer un programa paritario, más cuando hablamos de arte contemporáneo, de igual calidad que una institución que no lo tiene entre sus premisas. Es una responsabilidad desde lo público, o desde una institución que tiene una participación de dinero público importante, llevar a cabo estos programas paritarios. Sobre todo, cuando hablamos no sólo de producción contemporánea, de artistas contemporáneos, sino también de las relecturas de la historia, de esos relatos o esas narrativas que estamos habilitando desde el museo y que necesariamente tienen que incorporar las voces de las mujeres, y también otros relatos que han sido considerados menores en la historiografía tradicional.

El museo debe ser el reflejo de una sociedad diversa, un espacio complejo donde tenga cabida la pluralidad de voces que conforman el contexto. En el momento que estamos viviendo esto se ha convertido en una urgencia. El espacio del museo no es un espacio neutro, carente de significación, es el artífice de narrativas que tienen efectos concretos, es un marco de producción de sentido que incorpora unos relatos y prescinde de otros. Es este sentido, es importante pensar que el terreno de la cultura funciona muchas veces como escenario de representación; la paridad, la transparencia, lo participativo... es importante que todos estos discursos, como el de la paridad, no operen solo en el plano de lo simbólico y que se traduzca en hechos concretos. Por ejemplo, es fundamental pensar en términos de redistribución económica; en cómo se gestionan los presupuestos de los programas en las instituciones.

Ha citado la etapa de Montehermoso. Aquel fue un proyecto referencial a nivel internacional, ¿Cree que ha acabado dejando poso en Gasteiz?

Creo que sí. El proyecto desarrollado en Montehermoso en aquel periodo ha sido estudiado y reconocido también en el ámbito internacional. Considero que tanto dentro como fuera son muchas las voces de los profesionales del arte, pero también de los públicos, que constatan que fue un proyecto pionero en muchos aspectos y que demostró precisamente que era posible hacer un proyecto paritario, de calidad y con importante proyección internacional.

El contexto económico ha sido difícil estos años, sobre todo para la cultura. ¿Ha cambiado?

Es algo que ha afectado no sólo al mundo del arte y la cultura, sino que es sistémico. Creo que el modelo económico y social ha cambiado, o mejor dicho, han hecho que cambie, y nos encontramos en otro escenario, totalmente distinto. Creo que nunca se va a llegar a las cifras con las que se trabajaba en otros momentos. Pero, por otra, parte creo que hay otros modos de hacer, de pensar y nuevas vías de trabajo que son las que vamos a explorar ahora desde Artium.

Una sociedad que se dice del conocimiento no puede o no debería descuidar sus instituciones culturales y artísticas. Es paradójico que mientras más énfasis se pone en la importancia del conocimiento, más se abandona a su suerte en manos de un mercado que no es capaz de atender y cuidar los procesos que permiten un desarrollo adecuado del mismo. En ese sentido, y ante la situación en la que se encuentran las grandes instituciones humanísticas, el Museo ha comenzado a tomar un papel cada vez mas relevante como espacio educativo y de formación. Es necesario pensar el museo desde esta óptica. Es por ello que muchos proyectos museísticos están optando por reformular los espacios de la institución, resignificándolos desde sus aspectos formativos, en los que se pone énfasis en su capacidad para producir relatos.

Uno de sus objetivos es ampliar el fondo de colección del museo, ¿tiene pensado con qué tipo de obra quiere hacerlo?

Una de las cosas que anuncié en la presentación fue mi intención de formar un comité científico asesor, como sucede en otros museos, que sirva de apoyo en las líneas de programación y de adquisiciones. En el caso de un museo la labor de adquisición y el incremento de los fondos es una de las misiones fundamentales; al final, un museo tiene que ser el depósito de ese patrimonio público que se está generando, porque si no, dentro de unas décadas veremos que ya no está aquí y que es imposible acceder a él por los precios que adquiere o por los lugares en los que se encuentra.

Artium ha estado un tiempo sin tener presupuesto para adquisiciones y desde hace unos años se ha recuperado. No es una cantidad muy elevada, son 70.000 euros en este momento. Las líneas de adquisición van a estar determinadas por la programación que se exponga de forma temporal en sala, pero sobre todo por la presentación de la colección de los fondos del museo. El estar analizando los años 80 y 90 nos permitirá pensar, además de en aquello que tenemos, en las ausencias, en lo que no está. Muchas de las piezas que se incorporen van a tener que ver con esos huecos que ya estamos detectando en ese periodo histórico. Esa es la primera línea que hemos trazado.

Más allá de la realidad del museo, ¿cómo ve en este momento el arte contemporáneo vasco, y su relación con el entorno?

Creo el contexto del País Vasco en lo que se refiere a las artes plásticas y visuales es uno de los más ricos y complejos que existen, no sólo en el Estado, sino también en el ámbito internacional. Somos un territorio pequeño, pero el número de iniciativas, de voces de artistas, de prácticas, de proyectos autogestionados e institucionales que se dan aquí conforman una cartografía envidiable. Tiene que ver con un debate permanente, con un contexto que es muy activo, sobre todo desde el punto de vista de los artistas, que tienen una labor importante en la producción de discurso y el tejido de redes de trabajo y colaboración que son bastante inusuales en otros contextos.

En relación al ámbito internacional, creo que aún nos falta ser capaces de contarnos como escena. Sí hay artistas vascos que tienen presencia en el ámbito internacional, nombres como los de Ibon Aranberri, Asier Mendizabal, Itziar Okariz, Cristina Iglesias, Juan Luis Moraza y otros muchos que tienen carreras internacionales, que han expuesto en citas muy prestigiosas, pero esa idea de escena o de pensarnos como un espacio plural que responde a un contexto concreto quizá es algo que nos falta por hacer. Precisamente, una labor de un museo como Artium también es ser capaz de cohesionar una escena para luego proyectarnos internacionalmente. Buscando un modo a través del cual podamos generar un relato de lo que somos y que a su vez nos permita seguir pensándonos como sociedad.