Maitane ALDANONDO

ASESORÍA Y FINANCIACIÓN PARA EMPRENDER COMO BASERRITARRAS

Acercar a los jóvenes al primer sector y modernizar los modos de producción son los objetivos del programa Gaztenek 2020. Gracias a esa iniciativa, 25 emprendedores se incorporaron en 2018 a la agricultura y la ganadería en Bizkaia.

Plantaciones de kiwi o de arándanos, explotaciones de vacuno, bodegas de txakoli... Emprender en el sector agrario y ganadero es una opción que cada año escogen en torno a 25 jóvenes en Bizkaia. Para dar ese paso con garantías, el programa Gaztenek 2020 otorga apoyo formativo y económico a aquellos jóvenes que quieren instalarse por primera vez en el sector. Coordinados por la Fundación HAZI, los técnicos de la entidad de servicios ganaderos y agrícolas Lorra S. Koop acompañan a los participantes desde que surge la idea durante los primeros cinco años de actividad.

La iniciativa que el Gobierno de Lakua desarrolla junto a las tres diputaciones forales tiene como objetivo rejuvenecer el sector productivo y contribuir a la modernización de las explotaciones introduciendo nuevas tecnologías en los procesos productivos. Está dirigida a jóvenes agricultores y ganaderos de entre 18 y 41 años. En 2018 se presentaron 32 solicitudes en Bizkaia, de las que validaron 25, doce liderados por mujeres y trece por hombres. La financiación de estas actividades por parte de la Diputación de Bizkaia asciende este año a 3,5 millones de euros que se destinarán a inversiones en explotaciones agrarias y a la incorporación de estos jóvenes a la actividad.

A la espera de las licencias y subvenciones necesarias para llevar a cabo sus planes, los participantes empiezan ya a labrar su futuro junto a los técnicos de Lorra. «Intentamos por un lado dimensionar el proyecto, ver si el plan es adecuado, si cumple los mínimos, el tipo de permisos que necesita, la rentabilidad... También un seguimiento técnico, las necesidades de formación y conocer experiencias similares», enumera Fernando Solaguren, encargado de la monitorización de varios proyectos. El plazo para la puesta en marcha es variable y se ajusta a las necesidades de cada emprendedor. Una vez arrancan, la labor de Solaguren y sus compañeros consiste en supervisar el cumplimiento del plan de empresa, así como dar un servicio técnico los primeros años.

Los participantes no tienen que tener conocimientos previos de las labores productivas, aunque para optar a las ayudas públicas deben cumplir al menos 150 horas formativas. Los emprendedores perciben dos tercios de la subvención al inicio de la actividad y el resto al completar el quinto año, pero deben cumplir unos compromisos como el mantenimiento de actividad, ser agricultor a titulo principal o tener unos rendimientos mínimos.

Relevo y diversificación

Las actividades y los perfiles de los participantes son muy diversas. La mayoría son nuevas instalaciones, aunque nueve de los proyectos están orientados al relevo generacional. Ese es el caso de Beñat Bilbao, que ha relevado a Juan Zabala, poniéndose al frente de la explotación en la que ha trabajado más de 40 años. El joven no tenía ninguna relación con el primer sector, pero con el tiempo ha ido desarrollando su afición por las huertas y los animales. Conocía a Zabala, porque su padre tenía un vivero de plantas junto a su huerta, y empezaron a colaborar hace unos cinco años. Poco a poco lo que era una actividad puntual se ha convertido en una forma de vida.

Lleva unos meses trabajando por su cuenta y uno de sus objetivos es mantener la extensa producción heredada: «leche, ganadería, un poco de carne, pollo, conejos, cerdos, huerta, capones en Navidad». De hecho, explica, Zabala ha sido durante años el único baserritarra con capones en la feria de Santo Tomas bilbaina. Completa la venta directa de hortaliza con paquetes de carne, ya que considera que esa «es la única vía viable para un pequeño ganadero».

Bilbao no es una excepción. Cada vez hay más proyectos que buscan cerrar el círculo, producir, transformar y comercializar directamente. La joven vasco-mexicana Berenice López, por ejemplo, planea vender productos lácteos elaborados con la leche de las vacas que cría. Esto permitirá la diversificación de la producción del caserío de Elorrio en el que lleva cinco años trabajando.

Desde el primer contacto con el modo de vida baserritarra, López supo que era en lo que quería invertir su tiempo y esfuerzo; y cuando decidió dedicarse a ello, empezó a formase tanto en el manejo del ganado como en la elaboración de productos lácteos. Empezará con yogur y queso fresco, y en un futuro, planea hacer helado; pero antes quiere conseguir una venta estable, «logrando un vínculo con el consumidor». Espera iniciar la producción para finales de año, pero antes debe acometer obras en las instalaciones. «Aún tenemos mucho trabajo por delante, pero cada paso me llena de fuerza e ilusión para seguir adelante», reconoce.

En todos esos pasos, Bilbao y López han tenido y tendrán a su lado a Solaguren. Ambos emprendedores sostienen que Gaztenek ha sido clave para afinar sus ideas y que estas sean hoy una realidad. Tanto porque han puesto en números lo que tenían en la cabeza, como porque responden a todas las dudas que surgen en el camino