Ixai BARRENETXEA
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PETTI
GUITARRA, VOZ, COMPOSICIÓN...

«Publicar un directo me parece que es una buena manera de mirar atrás»

«Bonberenean zuzenean» es el nuevo trabajo del beratarra Petti, músico que debuta en 1991 con una banda juvenil con el punk-rock como impulso, Noise Hole. Tras veintiocho años ligado a la música y veinte desde la publicación de su primer disco en solitario, «Amets bat», Petti presenta su álbum en directo hoy en el gaztetxe de Luhuso junto a Ekiza y Mobydick. 16:00.

Con el rock desnudo, y el folk-rock y el blues caminando en paralelo, Petti desnuda en “Bonberenean zuzenean” (su segundo disco en directo tras “Awañak”, 2009) una hora de su carrera. Catorce temas grabados en directo y editado por el mismo colectivo que regenta la sala y estudio de grabación, Bonberenea, proyecto que refleja, una vez más, su capacidad para acometer propuestas tan meritorias y seductoras como esta nueva unión con Petti.

“Bonberenean zuzenean” recoge el tránsito musical de Petti a lo largo de los últimos veinte años. Para la ocasión el sutil guitarrista ha preferido una apuesta en solitario y en acústico, por lo que las revisiones de su discografía tornan íntimas, acogedoras y evocativas. Su voz frondosa cala, mientras que sus tres guitarras utilizadas con dedos ágiles y sentido (sirvan de ejemplo “Pshikormuin” o “Gaizkieginak”) recorren con intensos matices un repertorio entre el folk-rock desolado (“Dirdira hori”, “Ez barkatzen” o “Ni naiz”, ¡tan hermosas!), el blues, y una versión festiva de “Uztaiak gora (Ran Roberran)”, composición de su admirado músico Imanol Urbieta (Zarautz, 1934-2016), título con el que el pedagogo enseñaba a sus alumnos de la ikastola a pronunciar las erres.

Petti agita su voz, la inflexiona y termina por liberarla de su garganta para estamparla de cuajo contra el micrófono. El mástil de su guitarra se contorsiona entre la emoción y la técnica. La selección suena tan febril y real como aérea: intimidad y efusión.

“Bonberenean zuzenean” es un disco básico muy sensual, y donde el guitarrista afronta el reto en solitario, salvo algunos cortes en los que cuenta con la ayuda de un apreciado intérprete de trikitixa, Eneko Dorronsoro, multinstrumentista de notable calidad y gusto.

Todos los temas pertenecen a álbumes pretéritos, salvo dos blues inéditos, “Lagun minaren bluesa” y “Gaizkieginak”, extraídos del viejo baúl (2002).

Todas las composiciones son propias salvo «Uztaiak Gora (Ran Roberran)», del músico y enseñante Imanol Urbieta.

Es una canción que a muchos de mi generación nos transporta a la niñez, igual por ese motivo siempre tiene tan buena acogida. Una vez la probé con Eneko Dorronsoro y su triki y vimos que funcionaba bien como para que cerrara el disco. Además, el público en el concierto también respondió activamente haciendo los coros. La elegí para el repertorio porque hace unos años la había grabado para un disco que sacaron en Zarautz en homenaje a Manolo Urbieta. Aquel día lo pasamos genial y creo que la canción transmite ese buen rollo en el que se grabó. Luego tuve la oportunidad de tocarla delante del propio Urbieta y fue muy emocionante.

¿Qué le ha motivado a la hora de seleccionar estas catorce canciones? ¿Motivos emocionales por la letra, el contexto… la música?

El directo incluía unos veintitrés temas y la elección de ellos fue bastante sencilla porque los que no están no salieron como me habría gustado. Podría haber metido alguno más, pero creo que catorce es un buen número. Además, publicar un directo cada diez años me parece que es una buena manera de mirar atrás y recordar lo vivido, incluso puede llegar a ser terapéutico ver cómo interpretas unos temas compuestos en diferentes circunstancias de tu vida, la importancia que tuvieron entonces y cómo se perciben con el tiempo. Es cierto que algunos de ellos te recuerdan los momentos más jodidos, pero se compensa ampliamente con los más felices. Al final, diez años pasan como si todo fuera un instante, pero es mucho tiempo lo vivido. Lo importante es que cuando el carro pesa más, el buey tiene que tirar más fuerte.

No obstante, los directos parece que no están de moda, así que resulta estimulante que se recupere su inmediatez y el reflejo del estado de un artista.

Lo cierto es que es mucho más fácil la grabación de un directo que la del estudio, y en Bonberenea saben trabajar muy bien con los directos; de hecho, los dos discos que tengo en vivo los he grabado allí y, con Maikel de técnico, ambos han sido grabaciones exprés: un mes después del día del concierto estaban a la venta. ¡Son unos cracs!

O sea, que grabar en directo aporta inmediatez, el momento y, en cierto modo, relajo.

A mí lo de grabar en directo me encanta más que nada porque te quitas toda la presión que tienes en el estudio, aunque al final te la juegas porque si tienes un mal día el disco puede que no sea lo que esperabas, pero ese riesgo también mola. Con Eneko también había ensayado solo un día para la grabación y eso también se nota en los temas en los que interviene, ya que suenan muy frescos, casi improvisados.

Eneko es un músico muy completo, de rango extenso, no extraña encontrarle en el disco. ¿Cómo le conoce?

Eneko es de Ataun y aunque su instrumento principal sea la triki toca también el banjo, la guitarra, el saxo… Ahora está tocando con Unidad Alavesa y también con Los Zopilotes Txirriaos (Mariachi alternativo) y, además, es profesor de triki en varias escuelas de Euskal Herria. Le conocí porque es primo de mi gran amigo Iker Artza (actualmente bajista de Unidad Alavesa junto con Eneko, Artola, Gurutz…) y quedamos un día con los amigos del Troskaeta de Ataun para hacer una impro a ver que salía. Al final nos quedamos tan a gusto que decidimos hacer otra en el Oker de Lazkao y fue cuando decidí que Eneko tenía que ayudarme en el disco, y creo que fue una buena elección porque no es el típico trikitilari, se mueve muy bien con el blues, el country, tex-mex...

¿Por qué una grabación en acústico? ¿Qué le motivó?

Al final como más toco y compongo es en acústico y creo que tienes una libertad a la hora de interpretar. Con más gente tienes que amoldarte y en solitario puedes cambiar lo que te dé la gana y cuando te apetezca. Aparte de eso, a la hora de preparar la grabación no tienes que andar quedando con todos para ensayar, etc...

Utiliza tres acústicas, ¿matices y afinaciones?

Sí, llevo tres aunque, dependiendo del local, uso una en afinación estándar y dos con afinaciones alternativas. Siempre me ha gustado cambiar de afinación porque me parece que los temas pillan un color diferente. Normalmente las uso para tocar blues con slide o también para temas en onda Nick Drake.

¿Cómo vive la música siendo un veterano: con serenidad, ilusión... desengaños?

Pues ahora mismo como se puede. Está jodida la cosa, pero yo no me puedo quejar demasiado, viendo lo que hay y cómo está la gente, me conformo. Tenemos muchas limitaciones a la hora de hacer música y más aún a la hora de tocarla en directo. Afortunadamente el decreto del Gobierno Vasco sobre limitar los conciertos en los bares no ha seguido adelante, y se lo debemos a la gente y a movimientos como Arteak Ireki. De haberlo hecho lo único que habrían conseguido es dejarnos sin trabajo a los que vivimos de la música y la hostelería. Aunque todo empezara como un juego, yo siempre he sido consciente de que hacer lo que hago no es fácil y nunca lo será, creo que por eso llevo más de veinte años en esto, porque tiro para adelante con lo que tengo. Desengaños fuertes no me he llevado, pero sí pienso que en vez de ir hacia delante vamos hacia atrás y eso sí que jode un poco.

¿Ve la música como una proyección necesaria de sí mismo, como un ancla, un sidecar...?

La música ha sido un modo de vida desde siempre. Con dieciséis años empecé tocando punk rock con Noise Hole, entonces era la manera de divertirnos. Después pasó a ser un reto, sacas un disco y luego tiene que venir otro e intentas que sea diferente y te exiges cada vez más. Ese proceso conlleva tener bastante presión en ciertos momentos entre la creación y el resultado final y ahí es donde dependes de las fuerzas que tengas para resolver esos problemas, pero me gusta y la mayoría de las veces disfruto muchísimo. Es cierto que a veces puede ser un agobio y otras un placer, pero supongo que pasará con todo lo mismo. Por suerte, me permito romper las rutinas y me encanta poder hacer de todo un poco, me puedes ver en el Troskaeta de Ataun con Eneko y al día siguiente en el Kursaal con Incarnatus, y eso me ha ayudado mucho tanto en aspectos laborales como en los personales. Al final, lo que me gusta es tocar y cantar, eso es lo que hago y, últimamente, tengo la suerte de poder estar aprendiendo junto a musicazos de Euskal Herria en distintos formatos.

Hablando de formatos, toca hoy en el gaztetxe de Luhuso, ¿le van bien los locales pequeños?

Me siento cómodo en bares y locales pequeños, la cercanía con la gente y la libertad de elegir el repertorio y ver la reacción del público, me gusta. En escenarios grandes las actuaciones suelen estar más preparadas y con el respaldo de una banda por lo que andas más tranquilo. Disfruto con los dos mundos.