Natxo MATXIN
FINAL INGLESA DE CHAMPIONS

Un penalti tempranero agranda la leyenda del Liverpool

El Liverpool, uno de los equipos más queridos del planeta, se convirtió por sexta vez en su historia en el mejor club del continente. El cuadro «red» encarriló muy rápido el choque, merced a un penalti pitado a los 29 segundos por unas manos dentro del área de Sissoko no exentas de cierta interpretación. El Tottenham tendrá que esperar.

TOTTENHAM 0

LIVERPOOL 2

 

Desafortunadamente, esa pena máxima determinó de manera crucial que el partido se convirtiese en un tratado de cómo evitar riesgos y la concatenación casi sucesiva de error tras error. El Liverpool, apretando arriba a la búsqueda del fallo, y el Tottenham buscando salir desde atrás, pero sin criterio. En resumen, ausencia total de fútbol y espectáculo durante una primera parte exenta de ocasiones.

La sobriedad se confundió con racanería, el rigor táctico con encorsetamiento y los nervios invadieron cada porción del césped, plagado de imprecisiones, sobre todo en los metros finales. Ni siquiera se podía justificar semejante panorama recurriendo al estilo británico. Todo lo contrario, si por algo se caracteriza este último es por su ritmo vertiginoso, del que careció el choque antes del descanso.

Con todos los kilates que habia sobre el verde, tampoco aparecieron para nada los destellos individuales. Quitando alguna que otra ráfaga de Mané y Son, cada uno por su lado, y las contadas subidas de los laterales, el resto de futbolistas se centraron en militarizar su cometido. Peligro, el justo. A balón parado –léase corners– y algún que otro tiro aislado desde fuera del área

El paso por vestuarios reclamaba a gritos que se agitase el árbol, al menos del lado del Tottenham, por detrás en el luminoso. Sin ganar en brillantez, sí que por lo menos se intentó llegar algo más a las áreas, aunque fuese con balones largos, no dejando de predominar lo políticamente correcto.

Cambios para acelerar

Paradójicamente y pese a ir ganando, a quien menos le gustaba lo que estaba sucediendo sobre el tapete fue a Jurgen Klöpp que, a falta de media hora, decidió ser el primero en mover ficha con las entradas de Origi y Milner. Mauricio Pochettino no se quedó a la zaga e introdujo al héroe del Johann Cruyff Arena, Lucas Moura, que no saltó sorprendentemente de inicio.

Hacía falta refrescar los onces en una tarde calurosa –el mercurio pasó de los 30 grados–, máxime por el desgaste físico, que fue llevando el envite hacia un final del que podía sacar mejor tajada un Liverpool que comenzó a encontrar fisuras en la zaga londinense, que a punto estuvieron de aprovechar Milner con un tiro raso pegado al poste y un incansable Mané llegando desde atrás, aunque obstaculizado lo suficiente como para no concretar el remate.

A falta de un cuarto de hora para la conclusión, la careta de la cautela se fue cayendo, fruto sobre todo del cansancio y de la obligación de los spurs de asumir la responsabilidad de llevar la iniciativa, donde Delle Alli fue el más atrevido, aunque sin el acierto necesario a la hora de realizar primero una vaselina y luego un cabezazo.

Más cerca del empate estuvieron Son y Lucas Moura, en un lance casi consecutivo que desbarató por partida doble Alisson, dejando patente el Tottenham la falta de pólvora que tuvo durante todo el encuentro. El guardameta brasileño aún tuvo que emplearse más a fondo instantes después en una falta lateral cercana al área botada con buen toque por un Eriksen al que echó de menos su equipo.

Un acierto del que no careció el entonadísimo Origi quien, de un zurdazo preciso, cerró la final para el lado red a falta de tres minutos para cumplirse el tiempo reglamentario. Al final, en un envite sin brillantez, el Liverpool cumplió la máxima de ser más efectivo en ambas áreas y se llevó para sus vitrinas la sexta orejona.

 

Sexto entorchado «red», superando a Bayern y Barcelona, y a solo un título del Milan

Catorce años después, el club inglés más laureado en la máxima competición continental vuelve a levantar la Orejona que se le resistió en 2006-07 frente al Barcelona y la campaña pasada ante el Real Madrid.

Y el título no es baladí, pues aúpa a los reds a la tercera posición en cuanto a número de trofeos conseguidos –el de ayer fue el sexto en su trayectoria deportiva–, superando a otros rivales continentales de gran entidad, caso de los culés, a los que dejaron en la cuneta en semifinales con una gran remontada en Anfield, y el Bayern.

Además, los dirigidos por Jurgen Klöpp se colocan a solo un galardón de igualar la marca que hasta el momento ostenta un Milan –siete veces campeón de Europa– que, tal y como le están yendo las cosas en los últimos tiempos, parece que, al menos a corto plazo, será difícil que aumente su gran palmarés.

El título logrado ayer por el Liverpool se suma a los conseguidos a finales de los años setenta y principios de los ochenta, la época dorada del conjunto británico. De hecho, firmó dos galardones consecutivos, en la 1976-77 y en la 1977-78. En la primera derrotó al Borussia Mönchengladbach (3-1) y en la segunda lo hizo frente al Brujas (1-0) con un solitario gol de Kenny Dalglish.

Apenas tres campañas después, 1980-81, volvió a reverdecer laureles superando al Real Madrid (1-0), mientras que en la edición de 1983-84 venció a los penaltis a la Roma en el propio estadio del equipo transalpino.

Hasta ayer, su última Champions fue la agónica de 2004-2005, en la que tuvo que remontar un 3-0 en contra del Milan, con papel estelar del futbolista vasco Xabi Alonso, recién nombrado técnico del Sanse.N.M.