El Polideportivo de Mendizorrotza registró el sábado una muy buena entrada de público en la clausura de la presente edición del Festival de Jazz, si bien no fue tan espectacular como el llenazo que tuvo lugar la víspera, la noche dedicada a Jorge Drexler y Omara Portuondo.

El encargado de abrir la sesión fue el espléndido baterista y productor Makaya McCraven, nacido en París en 1983, formado en Massachusetts e integrante del circuito musical de Chicago. Hijo del también baterista Steve McCraven –que ha sido acompañante del inclasificable Archie Shepp durante más de 20 años– y de la cantante húngara de folk Agnes Zsigsmondi, el considerado «científico del ritmo» desarrolla su trabajo aprovechando material previamente grabado en directo para reinterpretarlo y perfeccionarlo posteriormente en el estudio de grabación mediante técnicas de edición como el sampleo y el collage, que se utilizan en la música electrónica y el hip hop.

Su último disco, “Universal Beings” (International Anthem, 2018), consiste en un doble vinilo que está grabado con los músicos locales de las cuatro ciudades que supuestamente están protagonizando la última revolución del jazz: Nueva York, Los Ángeles, Londres y Chicago, dedicando una cara del doble disco a la escena de cada una de las cuatro ciudades con el propósito de realizar de esta manera un relato global de la actual cultura del jazz en lo que él mismo califica como «música de ritmo orgánico».

McCraven subió al escenario de Mendizorrotza acompañado por Irvin Pierce (saxo tenor), Matt Gold (guitarras), Junius Paul (bajo eléctrico y contrabajo) y Greg Spero (piano y teclados). El concierto arrancó con “The Bounce” y presentó una selección de piezas recogidas en sus trabajos “In the Moment” (2015) y “Highly Rare” (2017), además del citado “Universal Beings”. Así, sonaron “Young Genius”, “Atlantic Black”, “Lullaby”, “She Knew”, “Suite Haus” o “This Place, That Place”, en un brillante concierto en el que demostró su fabulosa técnica, que dejó boquiabierto a más de uno.

Nuevo maestro del jazz

Tras el intermedio, era el turno del esperadísimo Kamasi Washington. La puesta en escena previa al inicio de su actuación, con dos inmensas baterías coronando el escenario a la manera de un concierto de rock más que a uno de jazz, ya presagiaba que algo distinto iba a ocurrir.

Washington subió al escenario de Mendizorroza alrededor de las once de la noche acompañado por la cantante Patrice Quinn, el trombonista Ryan Porter, el flautista y saxofonista soprano Rickey Washington –padre de Kamasi–, el teclista Brandon Coleman, el contrabajista Miles Mosley y los bateristas Ronald Brunner y Tony Austin.

El repertorio estuvo centrado en varias composiciones del californiano, la mayoría de las cuales están recogidas en su último trabajo discográfico, “Heaven and Earth” (Young Turks, 2018). Comenzaron con “Tiffakonkae” para continuar con “Malcolm’s Theme”, tema registrado en el debut discográfico de tres horas de duración del tenor de Los Ángeles “The Epic” (Brainfeeder, 2015) y que supuso una de las irrupciones más espectaculares que se han dado en el mundo del jazz en los últimos años. Continuaron con “Giant Feelings”, “Truth”, del EP “Harmony of Difference” (Young Turks, 2017), en el que se superponen hasta 5 melodías diferentes como metáfora de la diversidad racial, y “Space Traveler’s Lullaby, en el que hubo lugar para un larguísimo solo del teclista Brandon Coleman.

La versión de Washington del tema central de la película de Bruce Lee “Puños de Furia” que abre su última grabación discográfica sirvió para cerrar una brillante actuación de casi dos horas de duración –en la que no hubo ninguna propina de regalo– y que sirvió como colofón a una edición de un Festival de Jazz de Gasteiz que ha presentado una clara voluntad de renovación en su línea estilística.