Raimundo Fitero
DE REOJO

Bacterio

Francisco Ibáñez es uno de esos genios obreros, trabajadores de la cultura, creador de Mortadelo y Filemón, y entre sus muchos personajes secundarios está el Profesor Bacterio, inventor irreductible. Por tantas cosas y detalles metafóricos las historietas de Ibáñez han sido la crónica de una sociedad enloquecida por los dioses menores y escondida ante los graves problemas que nunca creen que les pueden afectar. Hoy es la listeria, que rima con histeria.

Todos los datos conocidos en los últimos días nos colocan ante una incapacidad absoluta de los políticos para asumir responsabilidades. La marca de carnes y embutidos “La Mechá” esconde todos los argumentos para entender la inseguridad (esto no es demagogia) con la que comemos. Cuando una va al súper cree que todo está en orden, que desde el inicio del proceso hasta que uno toma esa mercancía y la pone en la cinta del cobro, han pasado por todos los controles que garanticen su salubridad.

Pues no hay controles y cuando hay afectados por la listeriosis, se tarda un tiempo crucial en dar la alarma, se vierten medias verdades o mentiras enteras, se intenta camuflar y deben ser los medios de comunicación, alimentados por supuesto por funcionarios y especialistas con ética, quienes nos narren el recorrido del horror. Ya conocemos el perfil ultra del dueño, sus antecedentes quebrando empresas, la venta de la misma carne sin su marca y sin poner en el etiquetado el fabricante, y todo ello sucede en el caos del trifachito andaluz, lo que no es una casualidad. Nos falta conocer los vínculos con alguien de esos tres partidos y quienes le amparan. En buena lógica, alguien debe ir a prisión preventiva por lo menos por dos homicidios involuntarios y decenas de intentos. A no ser que tengamos a todos los jueces bacterios del planeta camuflando esta negligencia.