La continuación de “Aupa Etxebeste!” (2005) ha merecido la pena, porque si la memoria no me falla no recordaba haberme reído tanto con el original como con “Agur Etxebeste!” (2019). Sin traicionar el espíritu de comedia costumbrista inicial, la nueva propuesta lleva todavía más lejos el esquema de partida basado en la utilización del engaño o la argucia, creando un sinfín de embrollos que se van complicando hasta desembocar en un doble final muy bien guionizado. Y si la mecánica vodevilesca funciona, pienso que hay más tema de fondo, potenciado por la recuperación del matriarcado euskaldun a través de la incorporación de la mujer de pleno derecho a la política municipal, que de paso sirve para una puntual denuncia de la corrupción y la mala praxis en localidades donde los cambios reales no acaban de llegar.

Puede que en origen se notara más la influencia berlanguiana, pero hoy en día lo que se deja sentir con más fuerza es la consolidada autoría de Telmo Esnal y Asier Altuna por separado. Del primero está muy presente su gusto por el humor negro al estilo de “Urte berri on, amona!” (2011), así como el gracioso guiño a “Dantza” (2018) en la coreografía del catering oficiado durante la jura del cargo por parte de la protagonista. Del segundo, su tratamiento de la figura matriarcal en referencia a “Amama” (2015), junto con el reflejo de la influencia que el arte tiene en la vida cotidiana, ya sea a propósito de la presencia de la música en las ceremonias y actos populares o de los recursos artesanales en situaciones como la de los improvisados rituales funerarios.

Todo ello se expone en un tono ligero, sin mayores pretensiones, cuya comicidad se reparte entre un ocurrente plantel de secundarios y una pareja estelar que representa de forma descacharrante la coyuntura del hombre decadente superado por la mujer emergente a la que le toca enmendar y solucionar las meteduras de pata del otro.