Raimundo Fitero
DE REOJO

Barbarie

Los redactores de comunicados y proclamas a veces llevan su euforia hasta puntos de difícil retorno. Proclamar desde los CDR, «independencia o barbarie», es una manera un poco peliculera de advertir de sus intenciones. Porque si hubieran dicho caos, se entendería mejor que se aventuran días complicados, pero cuando entra la barbarie, es abrir la puerta a los fascistas de Vox, que son la barbarie en sí mismos. No sé si es una mala traducción, una ilusión, una intoxicación o que está la muchachada muy envalentonada. Pero va a ser Catalunya la piedra angular de los próximos tiempos políticos. Y en cuanto se asienten las propuestas, se avance en las posibilidades de hacer gobierno en Moncloa, se van a ir apretando las tuercas y me temo que la barbarie pueden ser hostias a destajo y permisividad cero.

La crecida del agua en Venecia, con cotas de ciento ochenta y siete centímetros, es una barbarie histórica. Tengo siempre una herida argumental, porque nos aseguran que desde el año 1966 no se habían detectado inundaciones de este calibre, por lo que lo del cambio climático, incide, pero hay antecedentes de épocas en donde no existía es conciencia de destrucción. Lo evidente es que Venecia puede ser engullida por el mar. Y en Manhattan hay un proyecto para crear un muro de contención de 11 metros de altura para 2050. La barbarie del desarrollo incontrolado, del crecimiento absurdo, del despilfarro, del suicidio colectivo.

El caso de Bolivia entra en el terreno de una barbarie de los talibanes ultra cristianos. La vicepresidenta del Senado, sin quorum, se declara presidenta de Bolivia y lo hace esgrimiendo la Biblia y rodeada de un grupo de acólitos, blancos, muy blancos, ni un atisbo indígena. Un golpe racista. La comunidad internacional espera consignas. En Mozambique se está fraguando otra barbarie electoral.