Iñaki Martínez Olalkiaga
Iruñea
KOLABORAZIOA

Más allá de los payasos

Señor Don Enrique Maya: Esta mañana, camino del trabajo, he oído unas declaraciones suyas en las que decía que el problema para rescindir el contrato que tenía el Ayuntamiento con los payasos Pirritx, Porrotx eta Marimotos, no solo era de forma, sino también de fondo. Es decir, que no le gustan, ni a usted, ni a sus amigos o socios.

Lo primero que me gustaría decirle es que está muy mal eso de mentir, sobre todo siendo el alcalde de una ciudad tan importante y mundialmente conocida como Pamplona (también conocida como Iruña). Está mal poner una excusa de forma (que falta algún papel, problemas legales en el contrato), y cuando se da cuenta uno de que no es verdad y se ve sin salida, tener que decir la verdad: no me gustan.

No pertenezco ni he pertenecido nunca a ningún partido político, por eso, si es posible, me gustaría que entendiese lo que escribo de una forma global, lejos de gustos o ideologías políticas. Creo sinceramente que usted no sabe lo que es ser alcalde, en qué consiste (no solo usted, si así fuera no tendríamos ningún problema). Ser alcalde no es ganar unas elecciones, conseguir mediante pactos o apoyos agarrar el bastón de mando y ordenar en base a sus gustos.

Pienso que lo primero que debería de hacer un alcalde es ver qué han votado todos sus ciudadanos, hacer una fotografía global de su ciudad, entender qué gustos, culturas y tipología de ciudadanos residen ahí donde va a gobernar. De esa forma podrá responder a todos, intentar no menospreciar o marginar a nadie, ya que siguen siendo, le guste o no, ciudadanos que residen y se sienten miembros de su ciudad. Usted, desgraciadamente, se ha quedado en la primera línea de los resultados electorales: lo demás no le gusta, y le molesta. Pero recuerde que la alcaldía no es su casa, ni su sociedad de amigos; es el lugar para atender, gestionar y dar soluciones a todos y cada uno de los habitantes de su ciudad.

No me gustaría terminar sin mencionar ese «fondo» del que usted habla. Hace una semana asistí con mis hijos al último espectáculo de Pirritx, Porrotx eta Marimotots, cosa que suelo hacer desde hace bastantes años. Una vez más me emocioné al verles (ni que decir tiene cómo se lo pasaron mis hijos). Más allá de reírnos y pasar un buen rato (lo cual no es poco), trataron, como casi siempre, esos valores con los que yo, personalmente, me identifico, y que me parecen imprescindibles para los niños (nuestro futuro), y para los adultos (para algunos será ya demasiado tarde para cambiar): la igualdad entre niños y niñas, el respeto al diferente (y al no diferente), la importancia de la cultura (propia y del resto del mundo), el diálogo como único método de resolución de problemas, la solidaridad con los más necesitados…

Esto es, créame, lo que ven los niños y las niñas que asisten al espectáculo, que todavía por suerte están sin contaminar y entienden la vida, a diferencia de los adultos, sin etiquetas, sin siglas. Ahora que tan de moda están las «líneas rojas», creo que usted ha pasado una: jugar con la ilusión de un montón de niños y niñas, que, de verdad, no entienden de sus juegos políticos, de pactos, ni de guerras ideológicas. Entiendo que haga políticas afines a su ideología, que intente gobernar desde sus principios, que no le gusten los valores que se tratan en el espectáculo anteriormente mencionado…; pero deje disfrutar a los niños en paz, deles un poco de tiempo para seguir disfrutando de su mundo limpio, sin complejos ni prejuicios.

Antes de despedirme me gustaría aclarar que aunque suelo escribir en euskera, he decidido hacerlo en castellano para dirigirme a usted. Tengo la gran suerte de poder comunicarme en dos idiomas perfectamente: euskera y castellano. Y la gran desgracia de no poderlo hacer en más idiomas.