Raimundo Fitero
DE REOJO

Acoplamiento

Antes los altavoces se acoplaban. Los aviones se acoplaban. Las parejas se acoplaban. En estos precisos momentos desde algún centro neurálgico mandan palabras para que nos acoplemos a ellas. En esos acoplamientos se producen disfunciones, desvaríos, situaciones no regladas, abusos, intoxicaciones y rutinas perniciosas. Si alguien insiste en considerar que las series son mejores que las películas, que hay más talento acumulado en ellas, se trata de una magnífica campaña lanzada por las plataformas que han copado nuestro mando a distancia y que nos hacen creer que es ahí donde está la cultura audiovisual.

Hay series de recursos limitados y con resultados excesivos por el acoplamiento de medios, críticos y difusores bien afinados por la publicidad. Si ahora mismo escribo recesión, palabra conceptualmente demoledora, el terror de gobiernos y fondos de inversión y además la acoplo a la de un país que ha sido motor económico como es Japón, podemos entrar en el inicio de un bucle de terror. Parecido al que se produce si decimos epidemia, OMS, coronavirus, Italia, contagio, víctimas y ciudades cerradas y aisladas, el acoplamiento de nuestro sistema nervioso es para atender a una alarma que nos dice que está muy cerca, que ya llega, que de tanto manosearlo y convertirlo en un tema fuera del orden sanitario ya estamos a las puertas de la catástrofe total.

Pongamos la palabra racismo, la unimos a fútbol, le añadimos unas gotas de ética y conciencia y seguimos ante la tozuda realidad: solamente se paró un partido de fútbol y fue porque a un nazi le llamaron nazi unos cuantos aficionados. A Williams, le insultan, le ridiculizan y nadie tiene los motivos para parar un partido. ¿Cómo se puede entender este acoplamiento generalizado con las tesis más ultras de la extrema derecha?