Mikel ZUBIMENDI
RESULTADOS DEL «SUPERMARTES»

«Supermartes»: serio aviso a Sanders y milagrosa resurrección de Biden

El «supermartes» fue una gran jornada para Joe Biden. Ganó en 10 de los 14 estados, arrasó entre los afroamericanos, y ganó en territorios que las encuestas daban a su rival. Su figura sale muy reforzada. Sanders se llevó el gran botín de California pero no cumplió con las expectativas. Tiene motivos para la preocupación y el reposicionamiento.

Hasta hace apenas una semana decían de él que era un cadáver político, que yacía en la tumba de los candidatos perdedores, pero definitivamente ha resucitado hasta proyectarse como el máximo favorito. Su revitalización comenzó el pasado sábado con su convincente e inapelable victoria en Carolina del Sur. Siguió el lunes a la noche con el apoyo que le mostraron sus exrivales Pete Buttigieg, Amy Klobuchar y Beto O’Rourke. Y el «supermartes» empezó para él con el masivo apoyo de los afroamericanos de los estados del sur. Asegurándose esas victorias y con muchas más por venir, totalmente inesperadas algunas, Biden cambió su suerte de manera brutal.

Se decía de él que era torpe en los debates, un candidato sin energía, que a su carácter le faltaban las cualidades para enfrentarse a Trump, que representaba la vieja política, pero se llame o no milagro, la escala y la velocidad con la que ha dado la vuelta a esas percepciones es algo absolutamente remarcable, inaudito, con pocos precedentes en la política de EEUU.

Hasta el «supermartes», donde los diferentes candidatos se enfrentaban para ganar el alma del partido demócrata y llevarse un botín en forma de número de delegados e impulso político, el viento soplaba en favor de Bernie Sanders. El veterano candidato «socialista» que habla de una «revolución» lideraba las apuestas y los sondeos, el momento le pertenecía, él marcaba los temas de la conversación de la campaña. Tras los resultados de las primarias de los 14 estados y repartidos ya el 40% de los delegados demócratas, puede decirse que Joe Biden, veterano y moderado exvicepresidente de Obama, se lo ha robado.

Victorias en cascada

Ni en sus mejores sueños habría imaginado el escenario que deja la decisiva jornada de anteayer. Ahora Biden es el campeón, tiene el viento a su favor, y a varios de los candidatos que han renunciado a la campaña prestándole su apoyo. Lo apoyan masivamente los afroamericanos de los estados del sur, las clases medias de los estados suburbanos y, al parecer, el votante medio de su partido que quizá no es tan radical como Sanders y se siente cómodo con Biden como rival de Trump.

Sus resultados del «supermartes» son exuberantes. Inapelables. Impresionantes. Ha ganado en todos los estados donde el voto afroamericano hace la diferencia (las dos Carolinas, Alabama, Virginia,,..) y en muchos donde no lo hacía. Ha ganado en estados rurales, conservadores y progresistas. ¡Hasta ha ganado y en estados en los que ni siquiera hizo campaña y declinó competir (Massachusetts, Minnesota, Oklahoma)! En Virginia ha barrido a Sanders ganándole por 30 puntos. Ha ganado también en Texas, donde se esperaba que el voto latino diera la victoria a su oponente. Ha ganado, y ha vuelto a ganar, hasta llevarse el primer puesto en 10 de los 14 estados en juego y lidera en número de delegados repartidos.

Biden ha sabido ser paciente y esperar su momento. No parecía ser un candidato convincente, en los debates no funcionaba, sus propuestas políticas no inspiraban y, en cierta medida, puede decirse que más que ser «su» victoria, más que haber sido lograda por él, le ha venido dada, si se permite la licencia lingüística, «le ha ocurrido».

El voto táctico aúpa a Biden

En un primer análisis, el voto táctico ha jugado a su favor. Muchos votantes demócratas ansiosos necesitaban unirse tras un candidato que fuera decente y sensato, que permitiera concentrar su energías para deshacerse de Trump, independientemente de que estuvieran más o menos de acuerdo con sus propuestas. Necesitaban un puerto seguro en el que atracar frente a las aguas tumultuosas que simbolizaban el «radical» Sanders y su «revolución», y parece que lo han encontrado en Biden. A muchos el corazón les pedía votar a Sanders pero la cabeza les ha hecho votar a Biden, con total comodidad, sin ningún problema.

El voto táctico y el toque de corneta del establishment demócrata para acabar con la fragmentación del voto moderado y jugar todo a una sola carta, le ha favorecido. Después de la retirada de Tom Steyer, Pete Buttigieg y Amy Klobuchar tras la contundente victoria de Biden en Carolina del Sur, entrando el apoyo a Elizabeth Warren y Michael Bloomberg en claro declive, los votantes han entendido que es la mejor opción de derrotar a Trump, que, hoy por hoy, es una obsesión y lo que une al partido demócrata.

La jornada de ayer terminó con la renuncia de Michael Bloomberg, que lo apostó todo al «supermartes» en la campaña de primarias más cara de la historia de EEUU. El territorio de Samoa Estadounidense fue su única recompensa y, ya sin opciones reales, decidió apoyar a Biden como la única opción de derrotar a Trump. También circularon rumores sobre si Warren se retiraría o no, aunque no se confirmó la noticia.

Sanders necesitará algo más

El «supermartes» despeja totalmente una carrera que empezó con dos docenas de participantes, con muchas mujeres y candidatos de color, y aparece ahora como una carrera entre dos septuagenarios: el moderado Biden contra el progresista Sanders. Dos visiones del país contrapuestas unidas por un mismo afán: evitar el segundo mandato de Trump.

El relativo fracaso de Bernie Sanders a la hora de inspirar una ola de nuevos votantes y un récord de participación que lo propulsaran ante lo que está por venir como máximo candidato, no solo cuestiona su estrategia para vencer a Trump, sino también la de ganar la nominación demócrata. Quizá no es tanto que Sanders está llevando a cabo una campaña sin nervio, quizá es incorrecta y está mal enfocada. Y es que en el «supermartes» ya no era el candidato insurgente, el outsider desafiante, era el favorito. Podía haber desarrollado otra estrategia para buscar nuevas alianzas y puede que de ahí derive un hecho preocupante para él: Su base popular se ha desvanecido desde la campaña de 2016, no ha crecido.

Tiene motivos para la preocupación. Aunque se llevó el premio gordo de California, el estado que más delegados reparte, a nivel de voto popular y de posicionamiento debe repensar su estrategia. Con el mensaje de que «la vieja política no vencerá a Trump» y que solo su «coalición multirracial y multigeneracional» puede asegurar una participación histórica en las elecciones de noviembre que lo desalojará de la Casa Blanca, no le será suficiente. Necesitará algo más que arremeter contra la los superricos y achacar los resultados de Biden a una especie de confabulación en su contra del aparato y los barones demócratas, aunque fuera cierto. A la espera de lo que haga Warren, que por programa político podría apoyarle, la escala, la velocidad y la dirección del volteo que ha conseguido Biden es una muy mala noticia para él.

Sanders prometió seguir hasta el final y con optimismo, aunque todo indica que tendrá que reordenar su campaña y mensaje para hacerlo más competitivo. Y es que ahora cobra fuerza una pregunta a la que tendrá que buscar una respuesta: visto los precedentes en 2008, 2012 y en las elecciones a mitad de mandato de 2018, ¿puede realmente un candidato que no tiene el voto de los afroamericano batir a Trump?