Ane RUIZ DE OTXOA
LIBROS PARA UNA CUARENTENA

La enfermedad reflexiva

Señala Sontag en su breve ensayo “La enfermedad y sus metáforas” que antes de la irrupción del sida, con su carga de prejuicios asociados, las enfermedades más ideologizadas eran la tuberculosis y el cáncer. A prudente distancia la sífilis. Todas ellas tienen algo en común. Son enfermedades individuales y a los que las padecen se les considera responsables de su mal.

La vida disoluta, la pobreza, una alimentación inadecuada, el tabaco o la polución se señalan como el origen indiscutido de la chispa que acaba originando un incendio voraz. A falta de una comprensión eficaz de las patologías, la autora denuncia la intromisión de las teorías sicológicas de la enfermedad como una forma poderosa de culpabilizar al paciente.

«A este se le explica que, sin quererlo, ha causado su propia enfermedad, por lo que se le está haciendo sentir que bien merecido se lo tiene». (Imposible no recordar aquí el testimonio de Fritz Zorn en su estremecedor “Bajo el signo de Marte”)

El ensayo espiga también en el uso que de la enfermedad se hace en las artes y en la literatura. La tuberculosis tiene en general buena prensa, basta pensar en el Hans Castorp de “La Montaña mágica” o en Chopin componiendo en Mallorca. También el mundo de la política ha usado con amplitud la enfermedad en sus metáforas. Especialmente en los regímenes totalitarios.

Y un apunte final de la autora. Los grupos de ultraderecha son los que apoyan con más entusiasmo a los curalotodo. Los “cirujanos de hierro” siempre han sido del agrado de las corrientes más reaccionarias.