Iker BIZKARGUENAGA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

Gran Bretaña va camino de liderar la lista de damnificados en Europa

Mientras el Gobierno de Boris Johnson, aún convaleciente, recibe críticas por la falta de material de protección en los hospitales, el número de fallecidos sigue creciendo en Gran Bretaña, que tiene ya una tasa de letalidad mayor que Italia y los estados español y francés. Y la tendencia es alarmante pese a la tregua de las cifras por el fin de semana.

Ni una decisión política como el Brexit, ni una particularidad geográfica como su insularidad, han resguardado a Gran Bretaña de los rigores de la pandemia del coronavirus, mientras que al contrario, los datos indican que sí está padeciendo las consecuencias de la respuesta tardía a la crisis sanitaria por parte del Gabinete de Boris Johnson.

Porque si Italia y el Estado español han centrado el foco de la opinión pública europea en las últimas semanas, merecidamente, los datos que se están recabando al otro lado del Canal de la Mancha, y sobre todo su evolución, hacen prever un escenario igual o incluso más complicado, pese a que el virus dio a los británicos mayor margen de maniobra. Un tiempo que fue desaprovechado, según expuso el viernes Anthony Costello, profesor del University College de Londres, quien lamentó que esa actitud reluctante a tomar medidas les haya llevado a tener «probablemente la tasa de mortalidad más alta de Europa».

Los datos así lo indican, al menos entre los más afectados. Gran Bretaña presenta una tasa de letalidad del 13,3%, con 16.060 fallecidos ayer por 120.067 casos, un porcentaje que supera al de Italia –13,2%–, el del Estado francés –12,64%– y al 10% del Estado español.

Hasta 7.500 en las residencias

Sin embargo, más preocupante que la tasa de letalidad, que al final depende de la capacidad de detectar casos positivos, es la evolución del número de fallecidos en términos absolutos. Porque si bien ayer se contabilizaron 596 nuevas víctimas, menos que otros días, expertos citados por Efe recordaron que esa cifra es engañosa, pues se ve afectada por estar en fin de semana, y es posible que vuelva a los niveles de la semana pasada, con incrementos superiores a los ochocientos muertos. Una tendencia que se está manteniendo y ante la que aún no se aprecia una caída como la que ya se ve en Italia y el Estado español.

A esto hay que añadirle el hecho de que los datos que se aportan diariamente no contemplan los decesos ocurridos fuera de los centros sanitarios, y el sábado el principal organismo social implicado en la atención a personas mayores, Care England, advirtió de que podría haber hasta 7.500 fallecidos en las residencias, más de cinco veces por encima de las estimaciones oficiales, que los cifran en 1.400. «Sin hacer pruebas es muy difícil dar una cifra absoluta, pero si atendemos a los índices de mortalidad desde el 1 de abril y los comparamos con los de los años anteriores, estimamos que la cifra sería de unos 7.500 muertos como consecuencia del Covid-19», explicó el director de Care England, Martin Green, a “The Daily Telegraph”.

La contabilización de las personas fallecidas con coronavirus está siendo polémica en casi todos los países, pero esa proporción de cinco a uno, si se confirmara, elevaría la suma de víctimas mortales británicas por encima de las 20.000. Precisamente, en su intervención ante el comité sanitario que evalúa la respuesta del Gobierno al brote, Costello estimó el viernes que «esta ola podría provocar 40.000 muertes». No solo eso, sino que avisó de que «nos enfrentaremos a más olas», y explicó, concretamente, que Gran Bretaña podría sufrir hasta nueve brotes más después de que las medidas de confinamiento se relajen, por lo que destacó que ahora lo prioritario es armarse de más test y de Equipos de Protección Individual (EPI).

Falta de material

Un material con el que hoy por hoy no cuentan ni siquiera los centros sanitarios –una situación no muy distinta a la que se ha denunciado en nuestro país–, y que ha causado un gran número de críticas al Gabinete de Johnson, que se vieron acentuadas después de que el mismo viernes “The Guardian” revelara que los hospitales británicos se preparaban para pedir a sus sanitarios que trabajen sin batas quirúrgicas impermeables, que son las recomendadas para tratar a los enfermos de Covid-19, ya que sus suministros se iban a terminar a las pocas horas. Tampoco ha ayudado que las autoridades británicas informasen de que el cargamento con equipo protector destinado a los sanitarios, que debía llegar ayer mismo procedente de Turquía, había sufrido un retraso.

Ante las intensas críticas, el ministro de Sanidad, Matt Hancock, animó hace unos días a las empresas a ofrecerse a fabricar EPIs, ya que la «alta demanda a nivel mundial» dificulta poder obtener los recursos necesarios.

Apenas un mes después de que el Ejecutivo británico mostrara una actitud displicente, e incluso arrogante respecto a los estados que ya habían recibido el primer embate del coronavirus, el equipo de Boris Johnson – él mismo ha sido uno de los afectados por el virus, y permanece convaleciente tras haber estado ingresado en la UCI– parece sobrepasado por la crisis.

Costello lo resumió en su intervención ante el comité sanitario cuando valoró que la «dura realidad» es que se había tardado en hacer «varias cosas» que podían haber ayudado a prepararse para este escenario.

De hecho, la primera opción del Gobierno tory había sido no adoptar ninguna medida de distanciamiento social y salvaguardar la actividad económica por encima de todo, y no fue hasta que recibió duras críticas de científicos y profesionales cuando comenzó a virar el timón. Qué habría ocurrido si hubiera aprovechado ese tiempo extra que tuvo es una pregunta que se estarán haciendo muchas personas en Gran Bretaña y que otras muchas ya no podrán hacerse.