Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Aquella música bestial

Creo que deberías saber que estas líneas las estoy escribiendo moviendo mi cabeza al ritmo de una música que ahora mismo resuena en mi cerebro gracias a los cascos que cubren mis orejas. Como es algo que solo escucho yo, me he permitido fijar el volumen en un nivel que lo más seguro es que esté desaconsejado por al menos nueve de cada diez otorrinos que pudiéramos consultar.

El caso es que estoy saldando una de mis cuentas pendientes en mi lista de deberes melómanos. Porque hasta hace solo unos días, las únicas canciones que mi memoria musical relacionaba con los Beastie Boys eran “Sabotage”, “Fight For Your Right” y “Brass Monkey”.

Pues bien, dicha lista se está ampliando, a medida que este texto va tomando forma... porque ahora mismo, mi nueva obsesión consiste en fundir mis rutinas hogareñas con esos sonidos y rimas que inevitablemente me llevan a un viaje nostálgico, a esa época que unió la década de los ochenta con la de los noventa.

El génesis de esta odisea se debe, por cierto, al nuevo documental firmado por el siempre estimulante Spike Jonze. “Beastie Boys Story”, disponible en Apple TV, es una película que se traduce en casi dos horas de intenso recorrido retrospectivo por una trayectoria artística impresionante... cuya potencia solo puede compararse con la bellísima historia de amistad que de ella se desprende. Es la electrizante energía decibélica que a día de hoy sigue emanando de las voces, las cuerdas y los scratch gestionados por un trío de ases (Michael Diamond, Adam Horovitz y Adam Yauch) en permanente –y escandaloso– estado de plenitud creativa.

“Beastie Boys Story” es un montaje hecho a partir de la retransmisión de la que podríamos considerar como última gran fiesta comandada por el espíritu de un grupo imprescindible para entender la música de varias generaciones, y también iluminadora en lo que respecta a la comprensión de unos lazos sin la existencia de los cuales, la vida carece de sentido.

Dicho de otro modo: Mike D y Adam Horovitz entendieron que tras la muerte de Adam Yauch, no podían seguir adelante con un proyecto al que le faltaba uno de los pilares fundamentales, o como decía antes, una razón de ser. Así pues, la película debe leerse en clave de catarsis; de superación de un drama en las condiciones en las que mejor se podía disfrutar de las creaciones de los Beastie Boys: las celebraciones masivas.

De modo que Mike D y Adam Horovitz suben al escenario y comparten con nosotros el relato de tres vidas enteras dedicadas a la música, a la industria... y por supuesto, a todas las juergas que surgieran de la mezcla de dichos elementos. Así pasamos del punk al funky, y de ahí al rap, al reggae y, por qué no, al jazz. “Beastie Boys Story” es una lección de simpatía y nitidez a la hora de hilvanar una narración que también es otra lección. De arte moderno, por supuesto, pero también de vida. En este sentido, la lección más valiosa que nos lega el documental es que ninguna de las partituras legendarias de dicho grupo puede entenderse sin haberse detenido antes a admirar el bestial poso humano con el que fueron concebidas.