Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

DocsBarcelona, en la red

Escribo estas líneas con la angustia y el agotamiento acumulados después de dos meses de confinamiento, pero también con el alivio de poder constatar que, al menos, el cine está pudiendo capear el temporal a través del consumo doméstico. No es consuelo menor. En tiempos de estado de alarma por coronavirus, es legítimo (incluso necesario) echarse a temblar por el futuro de una industria que solo tiene verdadero sentido en unas condiciones de «normalidad» (no distinguiré entre la «nueva» y la «antigua») en la que decenas, centenares o a lo mejor miles de personas puedan congregarse en el mismo set de rodaje; delante de la misma pantalla.

Mientras esto no pueda ser, decía que es bueno recordar que la tecnología está aquí también para facilitarnos la vida o, al menos, para hacérnosla un poco más llevadera. Hablo, por ejemplo, de uno de los eventos cinematográficos más señalados en el calendario barcelonés. La 23ª edición del Docs Barcelona, certamen de referencia del cine de no-ficción, peligró por las funestas circunstancias que marcan la actualidad... no obstante, su equipo tuvo los suficientes reflejos como para ver la tabla de salvación que ahora mismo puede llegar a ser el VOD.

Siguiendo el ejemplo del D’A Film Festival, el Docs Barcelona se ha instalado este año en la plataforma Filmin, donde durante casi dos semanas se pueden disfrutar de algunas de las piezas documentales más estimulantes de la temporada. Por ejemplo, ahí está “Il Varco”, de Federico Ferrone y Michele Manzolini, un alucinante (y también escalofriante) viaje a una geografía condenada a vivir el infierno de la guerra en dos épocas distintas. Entre el presente y el pasado de la Segunda Guerra Mundial, la dupla de directores dan una lección magistral de conjunción entre el material de archivo y la crónica periodística de más rabiosa y condenable actualidad. A partir del relato de varios soldados italianos que fueron a combatir en el frente del este en 1941, la película crea una sola voz poética que, con toda la razón del mundo, no le ve sentido alguno a ningún conflicto armado. Se trata de un portento del montaje no solo de imágenes, sino también de música y efectos de sonido que componen, en conjunto, una hipnótica y aterradora sinfonía que habla en la lengua universal del anti-belicismo.

Con el mismo espíritu humanista se presenta también “Overseas”, documental de Sung-a Yoon decidido a mostrarnos el duro (y deshumanizador) proceso de entrenamiento del primer «producto de exportación» de Filipinas: las mujeres que se dedican a las labores del hogar. La directora se apoya en la calma y firmeza observacional, concibiendo así una película que no necesita echar mano de ninguna trampa emocional para recordarnos que en un mundo híper-globalizado y enfermo de capitalismo (aquel en el que seguimos viviendo), hay personas que corren el riesgo de perder dicha condición. Contundente toque de atención ejecutado sin estridencia alguna, solo con el noble temple de la nitidez en la mirada. Cine de verdad, películas que iluminan; que nos muestran el camino a seguir.