GARA
WASHINGTON
PROTESTAS ANTIRRACISTAS EN EEUU

Trump amenaza con usar el Ejército contra el movimiento antirracista

El movimiento antirracista en EEUU sigue en ascenso en decenas de protestas por todo el país, pese a la amenaza del presidente de usar el Ejército y de su llamamiento a la «mano dura». Donald Trump ha optado por ignorar las denuncias de racismo y violencia policial y aparecer, incluso biblia en mano, como «defensor de la ley y el orden».

Una semana después de la muerte en Mineápolis de George Floyd, un afroamericano asfixiado por un policía blanco, el movimiento antirracista va en aumento en Estados Unidos y cientos de miles de personas siguen protestando en todo el país contra el racismo sistémico y la desigualdad social.

Frente al malestar y la indignación, el presidente, Donald Trump, se presenta como defensor de «la ley y el orden», conmina a los gobernadores a utilizar la mano dura y amenaza con desplegar el Ejército y con una «presencia abrumadora» de efectivos militares. Desde la Casa Blanca anunció el lunes el despliegue de «miles y miles de soldados fuertemente armados» para detener la ola de protestas y se calificó como el «presidente de la ley y el orden».

Ayer insistió en proyectar esa imagen, aunque la mayoría de las protestas del movimiento antirracista son pacíficas.

El presidente aseguró ayer que «la ciudad de Nueva quedó hecha pedazos», por los casos de violencia y saqueos a pesar de que el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, decretó el primer toque de queda en Nueva York en 77 años. Grandes almacenes de la 5ª Avenida fueron objeto de robos y la Policía detuvo a más de 700 personas. De Blasio extendió ayer el toque de queda hasta el domingo.

Aunque la Policía también actuó lanzando balas de goma y gases lacrimógenos contra los manifestantes y hubo detenidos, en Washington, Trump alabó la situación de la capital.

«D.C. no tuvo problemas anoche. Muchos arrestos. Gran trabajo de todos. Fuerza abrumadora. Dominación. De igual modo, Mineápolis estuvo bien (gracias presidente Trump)», se congratuló el propio mandatario. El toque de queda se estableció en una treintena de ciudades ante la continuación de unas protestas que, por su amplitud e impacto social, están marcando un punto de inflexión en el movimiento antirracista y contra la violencia policial.

El Pentágono ha puesto en alerta a algunos miembros del Ejército ante un posible despliegue, pero ayer contradijo al presidente y afirmó que prefiere que sea la Guardia Nacional la que intervenga en estos casos.

Miles de soldados de la Guardia Nacional se han desplegado en una veintena de metrópolis, en un clima de tensión inédito desde la década de los 60.

Trump insiste en pedir «mano dura» y conminó a los gobernadores, de quienes depende el uso de las fuerzas de seguridad, a actuar deprisa y fuerte para «dominar las calles».

«Si una ciudad o un Estado rehúsa tomar las decisiones necesarias para defender la vida o los bienes de sus habitantes, desplegaré el Ejército americano para solucionar rápidamente el problema en su lugar», advirtió, a la vez que denunciaba actos de «terrorismo interior».

Consciente de que, pese a atizar el fuego y provocar aún mayor rechazo social, también cohesiona a las bases republicanas y al votante que reclama «seguridad», además de la «ley y el orden» ha utilizado la carta religiosa y no pierde de vista la cita electoral de noviembre.

El lunes se dirigió desde la residencia presidencial a la iglesia de Saint John, escoltado por sus asesores, después de que la Policía expulsara con gases lacrimógenos a los manifestantes allí congregados.

Trump posó ante las cámaras frente al templo exhibiendo una biblia y diciendo que «Dios es amor», y tras unos minutos regresó a la Casa Blanca. La puesta en escena suscitó la indignación de la obispa de la Diócesis Episcopaliana de Washington, Mariann Edgar Budde, que dejó claro que su congregación se alinea «con los que buscan justicia por la muerte de George Floyd», así como de otros líderes religiosos por haber utilizado la biblia con propósitos partidistas. También la alcaldesa demócrata de Washington, Muriel Bowser, denunció una dispersión «vergonzosa».

Asoma Joe Biden

Su adversario en las presidenciales, el demócrata Joe Biden, apartado de la primera línea política durante semanas, denunció que el presidente «utiliza el Ejército americano contra los americanos. Lanzó gases lacrimógenos a manifestantes pacíficos y disparó balas de goma para una foto». Acusó a Trump de «haber transformado este país en un campo de batalla minado por viejos rencores» y nuevos miedos. «Cree que la división le ayuda», criticó. También el expresidente Barack Obama ha intervenido en la crisis política, haciendo suyas las palabras del hermano de George Floyd en el acto de recuerdo del lunes, en el que apeló a cambiar las cosas mediante el voto.

Mientras, el levantamiento antirracista sigue extendiéndose bajo lemas como Black Lives Matter o I can't breathe, las últimas palabras de Floyd mientras era asfixiado por el policía Derek Chauvin, que presionaba su cuello con la rodilla.

Ayer la industria discográfica se sumó con un «apagón musical» bajo el lema Black Out Tuesday. Pese a los disturbios, de Boston a Los Angeles, Filadelfia o Seattle, la mayoría de las protestas son pacíficas y no dejan de extenderse a pesar de la detención de Chauvin y su inculpación por homicidio que podría elevarse a homicidio en primer grado, como reclama la familia. Y la tensión no parece que descenderá en los próximos días. El lunes comparecerá ante un tribunal, la misma semana que se celebrarán los funerales por Floyd.

Hong Kong critica el doble rasero y la ONU, la desigualdad endémica

EEUU aparece ante el mundo como un país enfrentado, incapaz de hacer frente a un racismo sistémico y con los mismos argumentos represivos que sus rivales. Algunos de ellos no han desaprovechado la ocasión, incluso aunque en sus territorios cuenten con graves y recientes episodios de represión. China calificó el racismo de EEUU de «enfermedad crónica» a la vez que Irán pidió llevar a EEUU a los tribunales internacionales por «racismo sistemático» y violaciones de los derechos humanos. Desde Hong Kong, la jefa de Gobierno, Carrie Lam, criticó el doble rasero de EEUU por el modo en que se ha respondido a las protestas por la muerte de Floyd y cómo se reaccionó a las manifestaciones en la antigua colonia británica, que respaldaron las potencias occidentales. Lam subrayó que los países de «alto perfil que dicen que van a emprender acciones» tienen doble rasero. «Valoran mucho su propia seguridad nacional, pero se muestran partidistas respecto a la nuestra», subrayó. Pero las críticas, aunque más suaves, no se limitan a los rivales. La comisaria de derechos humanos de la ONU, Michelle Batelet, señaló que «el virus revela desigualdades endémicas que han sido ignoradas por demasiado tiempo». Las protestas «destacan no solo la violencia policial contra las personas de color, sino también las desigualdades en salud, educación, empleo y discriminación racial endémica», añadió.

El ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, afirmó que las protestas en EEUU, son «comprensibles» y «más que legítimas» siempre que sean pacíficas, y expresó la esperanza de que «tengan un efecto».

A su vez, el representante de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, tildó de «abuso de poder» las circunstancias en las que murió Floyd, y aseguró que en Europa «estamos impactados y horrorizados».GARA