Raimundo Fitero
DE REOJO

Perimetrada

Acuso de recibo: tengo la vida perimetrada, al igual que la conciencia, la inteligencia y la libertad. Perimetrada está mi obsesión y mi ambición. El tiempo y el espacio se perimetran al ritmo de las caderas de la pandemia y sus efectos. Todo depende. Es un relativismo perimetrado por las consecuencias de las decisiones que, si no se toman hoy, se atrasarán para agravar la situación y se tomarán en unos días, semanas como mucho. Nada tiene valor notarial y mucho menos un comentario escrito en estos tiempos, a según qué horas, porque los acontecimientos se suceden con la temporalidad del maleficio. Solamente hay una certeza: lo que ayer dejamos de hacer y que en las elecciones de EE UU hay tomate, mucho tomate.

Es obvio que acabemos confinados en nuestras casas de la manera que sea, con las excepciones que se quieran adoptar, pero que el empecinamiento del ministro de Sanidad empieza a ser patético, lo mismo que su portavoz, Fernando Simón que ahora se ha mostrado de un mal gusto sexista hablando de las enfermeras, nada menos, que me parecen le torna, todavía más, prescindible inmediatamente. ¿A qué espera el gobierno para tomar la decisión que le solicitan desde autonomías, expertos, organizaciones sanitarias y que se corresponde con lo que hacen sus socios europeos? Este gobierno tiene perimetrada su capacidad de decisión y no escapa de su dejación. Los datos que se manejan no dejan resquicio para la interpretación más allá del convencimiento de que existe ocultación en el tiempo, por lo que cuanto antes suceda lo que debe suceder mucho mejor.

Dejamos un hueco a la parte perimetrada de sofisticación bondadosa juvenil, como el hijo de la barrendera de Logroño que convoca a sus amigos para limpiar los destrozos ocasionados en Logroño por alborotadores llegados de la nada.