Dabid LAZKANOITURBURU

La ira de los olvidados en Túnez se revuelve contra la clase política

Miles de jóvenes acudieron a las inmediaciones del Parlamento para protestar contra la «élite» política y la corrupción en una sesión en la que los diputados validaron de madrugada la remodelación de Gobierno en un contexto de gravísima crisis política. La ira de los olvidados tras la revolución de hace 10 años interpela a la clase política.

Miles de jóvenes tunecinos se manifestaron el martes en los alrededores del ultraprotegido Parlamento, durante una sesión del voto de confianza al nuevo Ejecutivo, en contra de las «élites que han arruinado los principios de la revolución y pervertido los logros alcanzados» tras el derrocamiento hace diez años de la dictadura de Zinedin el Abedin Ben Ali.

Llegados de la barriada popular y periférica de Ettadhamen, la Policía les impidió acercarse al Parlamento con un impresionante despliegue que fue criticado por varios diputados de oposición.

«¡Libertad, dignidad para los barrios populares!», «¡Abajo el régimen policial!», gritaban.

Protestaban por la represión de las manifestaciones que estallaron a mediados de mes, en el aniversario de la revolución del 14 de enero de 2011, en las zonas marginalizadas de Túnez.

Desde entonces, y durante varias noches, miles de jóvenes desafiaron el toque de queda por la pandemia y se enfrentaron a la Policía en varios puntos del país. Tras la «tregua» del fin de semana, los enfrentamientos volvieron a repuntar en Sbeïtla, una zona depauperada del centro de Túnez, donde el lunes murió un joven herido la semana anterior por el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno.

La represión se ha saldado, de momento, con un millar de detenidos, entre ellos muchos menores, según grupos de defensa de los derechos humanos, que han denunciado abusos.

Los manifestantes exigen la libertad de todos los detenidos y políticas sociales en un país en el que el paro afecta a uno de cada tres jóvenes y donde las restricciones por el coronavirus han destruido decenas de miles de empleos y agravado la crisis social.

Movimiento contra las élites

Todo apunta a que estamos ante un movimiento contestatario nuevo, que se viene gestando desde hace meses, que ha asomado con fuerza en las últimas dos semanas y en el que las mujeres tunecinas están en primera línea junto a universitarios, desempleados, activistas de la sociedad civil e incluso menores al grito del «Programa del pueblo contra el programa de las élites».

«Los actores políticos insisten en las mismas estrategias que han fracasado. Que cambien su modelo de gobernanza o que abandonen el poder», exigía en declaraciones a AFP la presidenta de la Asociación de Mujeres Tunecinas Demócratas».

«Las clases dirigentes, con la complicidad de los medios estatales, quieren repartirse de nuevo el poder y quedarse con los recursos al margen del pueblo», coincidió en Efe Marwa, una joven universitaria a la cabeza de la manifestación.

Estudiante de Ciencias de la Comunicación, la joven criticó el diálogo nacional que tratan de impulsar algunos partidos. «En realidad, es una negociación para enterrar las demandas de 2011 y favorecer a los grandes empresarios, a los terratenientes, a las familias que concentran el dinero e incluso a las organizaciones sindicales asociadas al poder», aseguró.

Los jóvenes hicieron circular un manifiesto, accesible en las redes sociales (#ThePeoplesProgramAgainsttheEliteProgram), que exige la liberación de los detenidos y demanda medidas sociales como un impuesto a los bancos, compensaciones por la pandemia, regulación de alquileres, una auditoria nacional independiente, la cancelación de las deudas por microcréditos o el relanzamiento de la industria nacional.

«Pretenden desprestigiar las protestas, diciendo que son únicamente grupos de vándalos, pero no es cierto. Cuentan con la complicidad de los medios para ello. Pero es algo más», señaló a Efe Samira, desempleada. «No sirve con cambiar las caras del Gobierno, como hacen ahora. Es el sistema el que debe cambiar y ese es nuestro objetivo. Va ser una lucha larga», subrayó

 

Remodelación del Gobierno en medio de una grave crisis política e institucional

La protesta se produjo al tiempo que el Parlamento examinaba la remodelación del Gobierno presentada hace dos semanas por el primer ministro, Hichem Mechichi.

Todo ello en el contexto del pulso entre el jefe de Ejecutivo y el presidente, Kais Saied, quien denunció no haber sido consultado sobre los relevos en el Gabinete y criticó que no incluya mujeres, acusando a varios de los cargos propuestos de corrupción y conflicto de intereses.

La crisis institucional entre un presidente y un primer ministro que no se quieren ni ver está siendo azuzada por el Partido Desturiano Libre (PDL), que representa a los nostálgicos de la dictadura. Su líder, Abeer Mousi, volvió a exigir la renuncia de Mechichi, al que acusó de aliarse con el presidente de la Cámara y líder del partido islamista Ennahda, Rachid Ghanouchi. La abogada, cuyo partido lidera las encuestas con más de veinte puntos de ventaja sobre el segundo, el propio Ennahda, exige elecciones ya.

Pero el PDL cuenta solo con 17 de los 217 escaños que conforman la Asamblea y, de momento, cuenta únicamente con el apoyo para tumbar al Gobierno del llamado Bloque Democrático, que aúna a formaciones de izquierda, socialdemócratas y panárabes y suma 38 escaños.

Partidos como Attayyar y Taha Tounis expresaron, asimismo, sus reservas al nombramiento de varios ministros y, en particular, a los propuestos para Sanidad, Hedi Khairi, y Empleo, Youssef Fennira, sobre los que sobrevuelan sospechas de corrupción.

Aunque expresó sus dudas sobre la idoneidad de los dos ministros citados, Ennahda, primer partido en el Parlamento tunecino con 52 escaños, es también la primera fuerza en favor del sí y apoyó la remodelación del Gobierno, al igual que la formación populista Qalb Tunis, segunda fuerza parlamentaria con 38 escaños, y el partido salafista Al-Karama, una escisión rigorista del principal partido islamista.

Tras lograr el apoyo de otros grupos minoritarios e independientes del fragmentado Parlamento tunecino, el primer ministro consiguió amarrar el apoyo de la mayoría (109) para nombrar once nuevos ministros, incluidos los de Interior y Justicia.

Mechichi, nombrado en agosto por el presidente Saied, formó un Gabinete con altos funcionarios y profesores universitarios, muchos cercanos a este último. Pero sus relaciones se han deteriorado y llevado al primer ministro a apoyarse en los islamistas, con los que el jefe de Estado mantiene un duro pulso.D.L.