Es la película más importante de las que se han hecho hasta la fecha del caso Amanda Knox, y, como ya van unas cuantas, es de suponer que será la definitiva. Hayden Panettiere la encarnó en “Amanda Knox: Presunta inocente” (2011), y más recientemente Melissa Guers en “La chica del brazalete” (2019), siendo ahora el turno de Abigail Breslin en “Cuestión de sangre” (2021). Para quienes quieran saber más sobre los hechos reales ocurridos en Italia tienen el documental “Amanda Knox” (2016). Mientras tanto la verdadera encausada se ha manifestado en publico molesta porque Thomas Bidegain y el resto de guionistas reconociesen haberse inspirado una vez más en un proceso judicial que ella quiere olvidar.

El de Maule-Lextarre, colaborador indispensable en las películas de Jacques Audiard, y con su carrera como director ya encauzada, ha sido la pieza fundamenteal en la escritura de esta ficción dirigida por el oscarizado Tom McCarthy, quien al ambientar la película en Marsella necesitaba información de primera mano sobre la cultura y costumbres francófonas. De hecho, en la película el tema dominante es el del choque cultural entre un estadounidense de mentalidad trumpista y el ambiente europeo en el que se fue asentar su hija como estudiante, claramente más intelectual y progresista.

En la superficie, como no podía ser de otra forma, “Cuestión de sangre” (2021) es un drama familiar sustentado en una relación paternofilial que se ve sacudida por un suceso inesperado, muy difícil de asimilar para ambas partes. El trabajador petrolífero de Oklahoma encarnado por Matt Damon es un hombre tosco, un viudo que aterriza en Marsella para visitar en la cárcel a su hija, una estudiante acusada de asesinar a su compañera de piso. Una mujer nativa le servirá de traductora, formando una nueva familia junto a su niña pequeña, en medio del tenso suspense.