Iñaki Lekuona
Profesor
AZKEN PUNTUA

Flores

El 17 de octubre de 1961, con la guerra de Argelia a punto de desembocar en la independencia, unos treinta mil ciudadanos argelinos salieron a las calles de París para protestar pacíficamente contra el toque de queda. La represión fue «brutal, violenta, sangrienta» según el comunicado del Elíseo, que no aventura cifras sobre el número de fallecidos por disparos policiales, por las palizas o por ahogamiento en el Sena a donde eran lanzados atados de pies y manos. Macron ha querido rendirles homenaje con un ramo de flores a orillas del río pero para las familias y para la izquierda las palabras y el gesto no son suficientes. Una memoria crítica necesitaría del reconocimiento, reclaman, de que aquellos hechos, en el que mataron a más de 200 personas según las investigaciones, constituyeron un crimen de Estado que a día de hoy sigue impune. Como impune sigue por el momento el asesinato de Thomas Sankara, el que fuera revolucionario presidente de Burkina Faso y cuya muerte y desaparición hace más de tres décadas juzgan ahora los tribunales de su país, con el principal acusado y dictador Blaise Compaoré exiliado y con los archivos secretos franceses aún sin desclasificar. París negó siempre su participación. Quizá dentro de otras tres décadas salga algún presidente francés a depositar flores. Que no se las pidan a España, que dice Pedro que le ha dicho Felipe que de esas no gasta.