Más que un listado de grandes éxitos musicales

La secuela de “¡Canta!” hace honor a su intención de espectáculo circense en clave musical al superar el más difícil todavía que suponía no caer en el acomodo de rentabilizar por la vía fácil los elementos más atractivos del original. Para ello, Garth Jennings ha elaborado una película que gustará a pequeños y adultos gracias a un atractivo diseño visual y a un selecto repertorio de canciones.
Aquí vuelve a aparecer toda la fauna de la primera entrega, liderada por el pequeño coala que ejerce de empresario teatral y que atiende al nombre de Buster Moon y la iguana con el ojo de cristal Crawley, a su lado –o mejor dicho, sobre el escenario– circula la puercoespín, la cerdita y el gorila. Un reencuentro con los antiguos personajes que, para esta ocasión, quedan en un segundo plano ante la presencia de los nuevos, liderados todos ellos por el león melancólico Clay Calloway y que, cada cual en su género musical, deleitan al espectador con un variado listado de grandes éxitos.
Contentar a diferentes generaciones no es tarea sencilla y Jennigs lo consigue mediante la conexión de coreografías tan espectaculares como imposibles que se suceden a ritmo vertiginoso y elaboradas mediante un cuidado tacto visual y sonoro.
Si la primera entrega podía ser considerada como una variante animada de espacios similares a “Operación Triunfo”, esta nueva entrega logra su cometido de funcionar como un proyecto más personal gracias a las pequeñas historias personales que se entrecruzan entre los números musicales.
Curtido en la dirección de videoclips musicales para grupos como R.E.M. o Radiohead, entre otros, en esta entrega el realizador Garth Jennigs ha sabido dosificar cada uno de los instantes y emociones que se citan en un metraje en el que, a pesar de su apariencia, no siempre da la sensación de que todo esta mecánicamente calculado gracias a sus oportunas explosiones de locura.

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