Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Noche de fuego»

Infancias perdidas

Tras hacerse con una mención especial del Jurado en Cannes, dentro de la sección Un Certain Regard, Tatiana Huezo arrasó en Zinemaldia cosechando tres galardones, entre ellos el de la sección Horizontes Latinos.

Tomando como referencia la aaclamada novela de 2014 de Jennifer Clement titulada “‘Ladydi”, la cineasta de origen salvadoreño pero afincada en México, debutó en el formato largo con este intenso drama escenificado en la agreste escenografía montañosa del norte de México. En este espacio seguimos la ruta vital de una joven desde que cumplió los 8 años y hasta los 14. Dicho personaje ha sido encarnado por Ana Cristina Ordóñez González y Marya Membreño, y ambas suman un conjunto que jamás desentona porque son coincidentes a la hora de reflejar en su mirada la tensión y el miedo que les acecha, una sensación que se personifica en un inquietante y misterioso cartel de la droga se encuentra inmerso en un fuego cruzado constante con la policía federal.

En realidad, el relato de “Noche de fuego” arranca es esa zona montañosa que está padeciendo las consecuencias de la construcción de una carretera y, al mismo tiempo, descubrimos que ese cartel de la droga también ramifica sus operaciones con el tráfico de niñas.

Todo en el filme se desarrolla en un entorno convulso e implacable, un territorio salvaje en el que asistimos a la constante lucha por su supervivencia que comparte la protaognista, Ana, y sus dos amigas, Paula y María. Dicha situación extrema ya se advierte en sus primeras secuencias, cuando las jóvenes caban un hoyo en mitad de un bosque que, en ese instante, todavía no acertamos a descubrir si es parte de un juego o una salida para eludir el miedo que se intuye en la espesura. El pasado de la directora dentro del formato documental se advierte en secuencias que transmiten gran verismo.