«Me siento plena tocando y, mientras tenga cosas que decir, lo seguiré haciendo»
Tras un regreso interrumpido por el covid, Tahúres Zurdos ha vuelto a los escenarios con «ganas; un poco más veteranos, pero, en esencia, seguimos siendo los mismos», señala Aurora Beltrán, quien muestra su preocupación por el devenir de la música.

Donde termina una de las carreteras de Txulapain-Juslapeña, en Nafarroa, se levanta Usi, una pequeña localidad rodeada de montes a reventar de verde primaveral en el que reside desde hace treinta años Aurora Beltrán. Tras dar de comer con cariño a siete gatos callejeros que rondan los alrededores de su casa, la líder de Tahúres Zurdos se acomoda en una larga viga de madera convertida en banco para atender a GARA en vísperas del concierto que ofrecerá con su grupo hoy 2 de junio en la Sala BBK de Bilbo.
Después de casi dos décadas y tras una pausa provocada por el covid cuando ya habían regresado, Tahúres Zurdos está de vuelta. ¿Qué les ha animado a volver a subirse al escenario?
Las ganas, aunque el regreso no fue algo planeado. Se casaba nuestro manager, Luis Cadenas, “el Punky”, aunque ya llevaba muchos años con su pareja. Le preguntamos qué quería de regalo y nos dijo que un concierto de Tahúres. En un principio, se iba a hacer en el ámbito privado, en la boda, pero al poco nos planteó algo más potente y hacer un concierto público en el que la recaudación fuera para la Asociación contra el Síndrome de Dravet, una fundación en la que está una amiga nuestra que tiene una hija pequeña que lo padece. Se casaba el 17 de agosto de 2019 y alquiló la sala Zentral. No hicimos mucha publi, pero cuál fue nuestra sorpresa que llenamos la sala. Se enteraron los promotores “morbosos” (risas) y empezaron a llamar, a salir conciertos. De hecho, en todos menos en uno colgamos el cartel de “No hay entradas”. Eran salas de capacidad mediana. Pero llegó el 13 de marzo, nos confinaron y ahí empezó el padecer de todo el mundo. En 2020 hicimos alguna cosa con restricciones. Se pospusieron conciertos y el pasado 5 de marzo hicimos uno previsto en hace dos años. Ahora que se supone que este virus tan “inteligente” ha dicho que ya no va a contagiar, parece que se empieza a ver la luz.
En su nueva fase, ¿ofrecen temas nuevos junto a sus grandes clásicos?
Hay alguna cosita nueva. Estoy componiendo, pero sin pretensiones tampoco de grabar. Cuando compongo, es porque está en mi ADN. Durante la pandemia no escribí ni una coma, aunque tuvimos mucho tiempo, pero no lo hice porque lo que me evocaba no me molaba dejarlo plasmado. Paré, y un poquito después sí que empecé a hacer cosas. Ahora estoy en plena ebullición, pero estamos más preocupados por los repertorios que vamos a hacer. Es difícil elegir cuando tienes tantos discos, pero sí que ya hemos hecho uno en el que hemos metido alguna cosita peculiar y empezaremos a ensayar cosas nuevas.
¿Está en el horizonte la grabación de un nuevo disco?
Como decía, no tenemos pretensión de hacer cosas para grabar. Si viene alguien, nos lo propone y nos lo paga, estaría muy bien (risas). Pero creo que ahora mismo estamos todos de aquella manera. Yo llevo tiempo autoproduciéndome. El último disco en directo de Tahúres lo produje yo y los tres posteriores en solitario, también, aunque es realmente complicado, es una movida de cojones. Tienes que ocuparte de todo y ya aprendes, pero el tema del dinero, los tiempos, no tienes un apoyo fuerte con el tema de poner las propuestas en directo, en radios… Está todo un poco raro. Yo voy componiendo, que las canciones no piden pan, y cuando sea el momento, las montaremos y a ver qué pasa.
¿Estos Tahúres son muy diferentes de los que tuvieron tanto eco en los 90 y principios de los 2000?
Un poco más veteranos, pero, en esencia, seguimos siendo los mismos. Recuerdo el primer día de ensayo. Lo hicimos cuatro días antes del primer concierto y fue como mágico, porque todo fluía como si hubiéramos estado ensayando ayer. Crees que hay cosas que se te olvidan, pero no, están metidas en el cerebro como esos archivos que te parece que ya no existen en el ordenador, pero están. Fue muy bonito.
¿Y cómo de distinta es la Aurora Beltrán de entonces respecto a la actual?
Me han pasado muchas cosas, sobre todo en temas de salud. En 2005 me diagnosticaron una insuficiencia renal crónica autoinmune. He ido pasando por muchos estadios de salud mala y al final, tuve la “suerte” de entrar en diálisis, que es algo que no se lo deseo a nadie, pero que es una manera de mantenerte con vida, literalmente, mientras esperas un trasplante que afortunadamente llegó casi al año. Me trasplantaron en 2018 y sí que han pasado muchas cosas. Es curioso, porque la cabeza va a mil, pero el cuerpo no te sigue y te acostumbras. Hay un momento en el que desconectas del mundo y piensas que eres un ser enchufado a una máquina y que solamente tu atención tiene que ir por ahí para sobrevivir. He intentado sortear esto y he ganado. Juego, gano y me divierto (risas). Ahora las cosas han cambiado mucho. He renacido en todos los aspectos, pero en esencia, sigo siendo la misma persona. Estaba escondida ahí adentro, pero ahora está otra vez en plenitud.
¿Tiene previsto simultanear su carrera en solitario con esta nueva etapa en Tahúres Zurdos?
Sí, de hecho, el 2 de junio tenemos un concierto en la BBK en el ciclo de “Leyendas del rock” y el día 11 tengo un acústico en un pueblo de Cantabria. Si surgieran dos fechas, mi prioridad es Tahúres, pero no voy a dejar los acústicos, porque es algo que me encanta hacer y además es de lo que he vivido todo este tiempo mientras Tahúres estábamos separados.
¿Cómo se adaptan los grupos a una época en la que la música se escucha masivamente a través de internet?
Antes los discos tenían una validez y se sacaban cada muy poco, cada año y medio, a pico y pala, porque te obligaban por contrato. Ahora se van sacando con mucho más tiempo y el formato está desapareciendo un poco. Se sacan singles, que se han convertido en una especie de tarjeta de visita para que la gente que te contrata para tocar en directo, que es de lo que realmente se vive, sepa que estás. E internet, como todo, tiene sus partes buenas y malas. Muchos dicen que internet ofrece muchas posibilidades. Los grupos de ahora tienen ese recurso, sobre todo cuando son más jóvenes, pero no es la panacea, porque hay una oferta enorme de millones de grupos y que se fijen en uno precisamente es jodido y tienen que darse muchas circunstancias. Además está el tema de la piratería. Antes nos pirateaba la propia gente y ahora nos piratean las grandes compañías, que cobran una tarifa plana al mes a la gente y cuando alguien escucha tus temas, te paga un 0,0001 por ciento de lo que se escucha. Intentas adaptarte a los nuevos tiempos, pero a nosotros nos ha pillado que somos veteranos y las redes sociales nos la refanfinfla, aunque sabemos que pueden ser útiles, sobre todo para comunicar a la gente los conciertos.
Los grandes temas de los 80 y 90 siguen muy presentes en varias generaciones. ¿Por qué envejecen tan bien?
Cuando hago las canciones, intento tener una identidad, pero no un estilo determinado. Por eso hemos sido tan inencasillables los Tahúres; no saben dónde meternos. Intento crear belleza desde mi punto de vista, sobre todo de cosas que a lo mejor no son muy agradables y tener ese canal donde yo pueda expresar y sacarme esos fantasmas que todo el mundo tenemos. Entonces, puedo dar gracias a los dioses de tener ese canal para poder quitarme toda esa mierda en un momento dado. Cuando escucho una canción de los Rolling o de los Pink Floyd de hace tantísimos años, pienso que esta gente lo supo hacer porque no estaba pensando en la moda, sino en la canción en sí. No estaban utilizando recursos que en ese momento estaban de moda. Ahora se están utilizando muchos recursos y se llega al extremo de que hay un 90% de máquina y un 10% se puede decir de talento, desde mi punto de vista. La música está desapareciendo, porque la parte técnica está matando un poco el en vivo. Me preocupa que la profesión está muriendo un poco, porque la gente ya no se preocupa de tocar bien, de componer bien, ni siquiera de cantar bien. Quizá sea el punto de vista de una tía veterana que lleva más de cuarenta años en la profesión, pero es mi opinión.
El Drogas, Evaristo, Aurora Beltrán… los referentes de toda una época siguen al pie del cañón. ¿Pasan los años, pero no se pasan las ganas de seguir componiendo?
Ahora mismo tenemos muchos menos medios, pero cuando tienes pocos, la pericia se desarrolla más. Amo mi profesión, me encanta, aunque hay cosas que aborrezco, porque el tema de la industria es un mundo aparte, es la parte sórdida y cutre, que hay mucho, y siendo mujer, más. A mí me gusta tocar, me siento realizada, plena, y mientras haga sombra en este mundo y no me sienta patética, mientras tenga cosas que decir en buenas condiciones, lo seguiré haciendo.
¿Cómo ve el presente y el futuro musical de Euskal Herria?
El pasado fue rico y el presente lo sigue siendo, porque es una tierra que ama mucho su producto y lo apoya. Y auguro un futuro musical bueno, aunque otra cosa son los apoyos, las instituciones y las modas, que eso ya no lo puedes controlar, pero propuestas hay y son muy buenas. De corazón espero que haya un futuro muy brillante y muy bonito.

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