Koldo LANDALUZE
125º ANIVERSARIO DE LA PUBLICACIÓN DE «DRÁCULA»

«DRÁCULA»: 125 AñOS DE UNA DENTELLADA INMORTAL

Condenado a la eternidad, «Drácula» cumple 125 años desde su irrupción en la encorsetada sociedad victoriana. La maldición del conde transilvano también alcanzó a su propio creador, el escritor irlandés Bram Stoker, quien nunca alcanzó el éxito.

El hombre del que os hablo es un demonio triste. En esta noche oscura de tormenta cerremos bien todas esas puertas que gimen en la casa. Ese cálido fuego no dejéis que se apague. Yo veo vuestros rostros de terror abrumados bajo el oscuro viento que azota mis ventanas. Los relámpagos lívidos hacen de vuestros rezos oraciones difuntas que mi alma estremecen. No recéis, mis amigos. Tened mi confianza. El castillo es seguro, resiste tempestades desde los viejos tiempos. En los lúgubres sótanos habitan alimañas sin acceso a este punto y los monstruos más fétidos están encadenados. Encended vuestras pipas, bebed de mis licores y dejadme que os cuente al amor de esta lumbre la historia de aquel hombre que es un demonio triste. Habita en un castillo semejante a esta casa en alturas carpáticas al hombre inaccesibles. Su soledad es una maldición infinita. Condenado a la vida recuerda el tiempo antiguo con nítida memoria que es su mayor tormento».

Recitado “El evangelio de Drácula”, escrito por Alfonso Sastre, y a refugio de la lluvia y los relámpagos, callamos el nombre de que nunca debe ser dicho. Paciente en su destierro atemporal, aguarda su momento para irrumpir en nuestra adormilada imaginación y agitar nuestras noches en vela. En esta noche lúgubre, azotada por una tempestad que ni los marinos más ancianos de la localidad costera británica de Whitby recuerdan haber contemplado jamás, la proa de un bergantín ruso se asoma de entre la bruma. Atónitos, los marineros se concentran en el muelle para contemplar el espectáculo de un barco que ha retado a la cordura avanzando a todo trapo hacia tierra firme. Fugazmente iluminada por los rayos, la silueta del barco que por momentos es engullida por el oleaje, muestra a los sorprendidos espectadores los restos de su velamen rasgado. Enmarcada en la noche, su sombra se asemeja a la de un ave demoníaca que ha desplegado sus alas y enfilado su pico hacia donde habitan los mortales. Cuentan los testigos que, cuando el “Demeter” arribó a puerto, no encontraron rastro de vida alguno ni en cubierta, ni en sus entrañas. Solo toparon con el cadáver del capitán maniatado a la cabilla de la rueda del timón. Entre su mano derecha y la madera había un crucifijo, estando los rosarios con los cuales se encontraba sujeto tanto alrededor de sus puños como de la rueda, y todo fuertemente atado por las cuerdas que lo amarraban. Cuando aquellos testigos toparon el cuaderno de bitácora del difunto capitán solo encontraron unas breves y confusas anotaciones que en nada aclararon el misterio.

Solo una reseña en el ‘‘Dailygraph’’ –fechada el 8 de agosto y que fue encontrado en el diario privado de Mina Murray–, recogida en la novela, se hizo eco de este episodio. «La secuela al extraño arribo del barco abandonado en la tormenta de anoche es casi más asombrosa que el hecho mismo. Resulta que es un bergantín ruso, de Varna, y que es llamado “Demeter”. Está llena casi enteramente de lastre de arena de plata, con solo una pequeña cantidad de carga: muchas cajas grandes de madera llenas de tierra. Esta carga estaba consignada a un procurador de Whitby, el señor S. F. Billington, de La Creciente, Nº 7, quien esta mañana fue a bordo y tomó posesión formal de los bienes consignados a nombre de él». Nadie reparó en que una de aquellas cajas portaba en su interior al último pasajero.

Demonios victorianos

El escritor irlandés Bram Stoker legó para la posteridad un personaje inmortal cuyo fin último siempre ha sido el de sembrar el terror entre los siempre desprevenidos humanos. A modo de novela epistolar –creada a partir de cartas, diarios y reflexiones–, “Drácula” es un clásico inscrito a géneros como terror, gótico o temática vampírica.

Publicada en el año 1897, en sus páginas topamos, además, con un modelo moral y social que revela la trastienda de la sexualidad convencional, el rol de la mujer en la encorsetada época victoriana e incide en uno de los miedos que, sobre todo hoy en día, causan mayor pavor en la sociedad moderna: el miedo a lo externo, a lo que llega desde el otro lado de nuestras fronteras.

Nacido el 20 de abril de 1012 en el seno de una famlia de la localidad irlandesa de Clontarf que tuvo en la cultura uno de sus principales baluartes, Stoker anidó en su imaginación un universo particular habitado por fantasmas y todo tipo de historias misteriosas. A causa de su salud enfermiza y obligado a permanecer en el hogar donde cursó sus primeros estudios, fue su madre, la sufragista Charlotte Mathilda Blake Thomley, la encargada de guiarle a través de estos universos fantasmagóricos cada vez que le relataba los cuentos que servían para animarle en sus habituales recaídas. Fruto de ello nacieron una serie de relatos cortos relacionados con el suspense y lo fantástico y, sobre todo, su obra referencial, “Drácula”.

A pesar de que muchas veces ha sido considerado el padre literario de la temática vampírica, Stoker no fue el creador de esta corriente. Dejando a un lado las leyendas que siempre han inspirado estas criaturas, se considera a John William Polidori como el pionero del vampirismo romántico gracias a su relato “El vampiro”, que surgió de aquellas reuniones celebradas en las tormentosas noches que, entre el 16 y el 19 de junio de 1816, se celebraron en Villa Diodati y que Polidori compartió junto a Lord Byron, Percy Shelley, su compañera Mary Shelley –quien también imaginó su “Frankenstein o el moderno Prometeo” en aquellas jornadas–, su hermanastra Claire Clairmont, la condesa Potocka y el autor de “El monje”, Matthew Lewis.

El castillo Slains

Para crear a su personaje, Stoker indagó en la historia real del príncipe valaco Vlad Draculea –Vlad, el hijo del diablo o dragón–, también conocido como Vlad Tepes –empalador– debido a los expeditivos métodos de castigo que utilizó durante sus campañas militares contra los turcos, y contó, además, con la ayuda inestimable de un erudito orientalista de origen húngaro llamado Arminius Vámbéry –Armin o Hermann Bamberger–, quien le guió a través de los episodios medievales protagonizados por el citado Vlad Tepes.

El escritor también bebió de fuentes literarias como el “Informe de los principados de Valaquia”, de Emily Gerard, y para dotar de físico a Drácula tomó como modelo al compositor Franz Liszt. En lo relativo al enclave que fue habitado por Drácula antes de su partida a Gran Bretaña, no se basó en el castillo Bram de Vlad Tepes, sino que se inspiró en un escenario mucho más cercano. Durante su juventud, Stoker pasó largas jornadas en Escocia. En concreto, en una pequeña localidad costera llamada Cruden. En lo alto de su acantilado se erigen las ruinas del castillo Slains, que fue visitado a menudo por el padre de Drácula.

En su primera obra, “El país bajo el ocaso”, abordó el bestiario popular de seres fantásticos como hadas, ángeles, trolls y castillos. En su última gran novela, “La dama del sudario”, quiso seguir la estela de “Drácula” mediante un armazón argumental desarrollado con documentos apócrifos y ambientado en un imaginario país de los Balcanes. En mitad de esta ruta literaria escribió diverso material con el que nunca alcanzó el éxito. De hecho, murió sin conocerlo, pobre y olvidado tras contraer la sífilis en alguno de los escarceos amorosos con prostitutas en los que acompaño al actor Henry Irving.

Su amigo Oscar Wilde dijo: «”Drácula” no ha sido la novela más bella que se ha escrito jamás». Clive Leatherdale, por su parte, escribió: «Bram Stoker es un escritor con una trayectoria vulgar que solo encontró la inspiración en una obra».

Murió el 20 de abril de 1912. Cinco días antes, un iceberg se había cruzado en la ruta del “RMS Titanic”.