Daniel GALVALIZI

La demolición del galego, la herencia lingüística de Feijóo

El líder del PP cogió este verano la bandera de la defensa del castellano, en coherencia con sus políticas de aniquilación progresiva del galego en sus años al frente de la Xunta. El filólogo Carlos Callón y la diputada Mercedes Queixas explican el legado oprobioso que dejó en la milenaria lengua de Rosalía de Castro y Eduardo Pondal.

Alberto Núñez Feijóo en una imagen del pasado 18 de agosto en la sede del PP gallego, durante una entrevista con la agencia Europa Press.
Alberto Núñez Feijóo en una imagen del pasado 18 de agosto en la sede del PP gallego, durante una entrevista con la agencia Europa Press. (César ARXINA | EUROPA PRESS)

Cuando gobernemos, el español no será una lengua extranjera en Catalunya», decía hace pocos días Alberto Núñez Feijóo a uno de los principales periódicos de la derecha española. Ya lo hizo en Galiza y ahora, con liderazgo estatal, vuelve a aprovechar la confrontación de derechos lingüísticos para perfilarse políticamente.

Con sus menciones en los plenos del Senado y en los medios de comunicación a la cuestión de las lenguas, Núñez Feijóo busca ganarse al electorado más conservador y enciende las alarmas en quienes defienden el plurilingüismo. Con este planteamiento, merece la pena indagar en el legado en materia del galego que ha dejado el candidato a presidir el Gobierno por el PP en los trece años que gobernó la Xunta.

«ESTRATEGIA ANESTESIANTE»

El Consejo Europeo se encarga de hacer cumplir a los países miembros la Carta Europea de Lenguas Regionales y Minoritarias. En su último informe calificó de «preocupante» la situación del valenciano-catalán en el País Valencià (donde no existe inmersión lingüística como en Catalunya y Balears) y del galego, y aseguró que en Galiza había «una presencia insuficiente (de la lengua autóctona) en la enseñanza».

Al respecto, GARA conversó con el doctor en Filología Carlos Callón, autor de “O libro negro da lingua galega”, una publicación de casi 800 páginas en la que se hace un compendio de la persecución al galego desde el siglo XVI hasta el final de la Administración Feijóo (abril de este año).

Ante todo, Callón pide recordar que el comienzo del padecimiento del galego lleva siglos: «Hay una noción de que la represión comenzó con el franquismo, pero no, el documento más antiguo, de hecho, en el que se explica cómo hay que reprimir al galego data de 1543 y la imposición lingüística del castellano comienza en 1480 tras la anexión de Galicia y el asesinato de la nobleza gallega. Desde entonces, con modulaciones, hay políticas persistentes de castellanización».

Cuando se le pregunta por el legado de Feijóo, responde: «Hubo diferentes fases. Siempre Alianza Popular y el PP han tenido una política de estrategia anestesiante, de intentar acabar con el galego sin que se notara, un galego rodeado de gaitas y empanadas, la folklorización de la cultura. Pero Feijóo, cuando entra al Gobierno después del bipartito PSOE-BNG, realiza políticas en el sentido de poder acabar con la oficialidad por la vía de los hechos, que sea una lengua que en la práctica no tengas obligación de usarla en la escuela. Al principio fue con mayor agresividad y luego volvió a lo anestesiante».

Al ver la reacción social contra su ofensiva castellanizante (cabe recordar que el embate fue cuando tenía una exigua mayoría parlamentaria de tan solo un escaño y el 46% de los votos válidos en las autonómicas), Feijóo puso un freno. Pero ya había conseguido aprobar cambios trascendentales en la educación pública: solamente un tercio de las asignaturas serían de allí en adelante en galego (el resto, en castellano e inglés), retrotrajo las políticas de inmersión en la educación de 3 a 5 años que había impulsado el bipartito y eliminó la obligatoriedad de utilizar el galego por parte de los estudiantes (si el alumno quería responder en castellano en clase de literatura galega, podía hacerlo). Esto último fue revocado por los tribunales.

Otro hito que recuerda Callón es que Feijóo ejecutó la primera prohibición de una lengua cooficial en el Estado español desde el fin del franquismo. La nueva normativa, literalmente, ilegalizó las clases de Matemática, Física y Ciencia en galego y obligó a que todas fueran impartidas en castellano. Este proceso fue acompañado por otro hecho inédito: «Ordenó que se destruyeran los libros de texto de Matemáticas porque estaban en galego y que se compraran todos nuevos en castellano. Es increíble que este tipo de hechos, en pleno siglo XXI, no hayan tenido casi repercusión en el resto del Estado».

También hubo otra prohibición en su decreto fundacional, que fue desmantelar de forma completa los programas voluntarios de inmersión lingüística para estudiantes que había establecido el bipartito. Si bien eran voluntarios y los padres podían pedirlos solo si lo deseaban, él decidió aniquilarlos.

Callón rememora un hecho que muestra de forma nítida no solo la ideología del presidente del PP, sino la importancia que le da a la batalla lingüística: «Una de sus primeras medidas apenas asumir el cargo fue que (la serie infantil) los Teletubbies dejaran de emitirse en galego en la televisión pública y se empezaron a emitir en inglés con subtítulos en gallego. Los niños que no saben leer no lo aguantan, pero para él, evidentemente, era importante que ellos no consumieran televisión en galego».

Si el lector cree que Alberto Núñez Feijóo se relajó con la guerra idiomática tras obtener cuatro mayorías absolutas, se llevará una sorpresa: Callón señala que antes de dimitir como presidente, el pasado mes de abril, la Xunta aprobó una normativa que exige que para que las bibliotecas populares accedan a subvenciones deben tener, como mínimo, el 50% de libros en castellano. «Ellos intentan acelerar la pérdida de la lengua, tienen una visión política de que España es sólo una y que tiene que haber una sola lengua, y lo demás, como mucho, dialectos hablados en familia», opina.

RETROCESO BRUTAL ENTRE JÓVENES

Como era esperable, las consecuencias de la yihad castellanizante de Feijóo fueron evidentes con el paso de los años y especialmente notables entre los menores de 30 años. «El resultado es el que todos preveíamos. Feijóo empezó su Gobierno rompiendo el consenso social que existía alrededor de la lengua, lo dinamitó e incluso fue en contra del plan general de normalización lingüística aprobado por Manuel Fraga en 2004», explica a GARA la diputada del BNG y portavoz de Cultura y Lengua, además de escritora y docente, Mercedes Queixas.

«Feijóo inaugura el pin parental, se anticipó a Vox, porque aplicó en Galicia la prueba para que los padres decidieran si los hijos recibían educación en gallego. La Justicia luego derogó ese artículo de su decreto», recuerda, y califica de «efecto desgalleguizador» lo derivado de aquella normativa de mayo de 2009, que disparó la oposición de la amplia mayoría de sindicatos y centros de enseñanza, de la Real Academia da Lingua Galega y del Consello de Cultura.

Queixas afirma que los datos demuestran el éxito de la castellanización, ya que el 24% de los menores de entre 5 y 14 años respondieron a los encuestadores del INE que tienen «serias dificultades» para desenvolverse en galego. «Soy profesora de literatura, trabajé 20 años en el ámbito rural y cuando llegué a Coruña pensé que los chicos me estaban tomando el pelo, no podía creer la incapacidad manifiesta de hablar en galego, especialmente los que tenían 12 y 13 años».

«Todos los estudios demuestran en forma empírica que hay un fuerte retroceso del conocimiento del gallego, insuficiente como para poder hacer uso, y eso a la vez genera un mayor descenso porque la mayoría de la sociedad tiene apego y querencia por el idioma, pero si no siente seguridad a la hora de utilizarlo, no lo utilizas. El objetivo del PP era el monolingüismo», subraya Queixas.

Preguntada por el futuro al que puede aspirar un Estado plurilingüe con Feijóo como presidente de Gobierno, Queixas cree que suscita «cierta preocupación» porque el líder del PP «no tiene asumido en absoluto» el carácter plurinacional y multicultural «que, además, marca la Constitución. Él es un especialista en romper el consenso social y contó con el favor de los medios de comunicación, que nunca contaron toda la realidad».

La diputada del BNG pide dejar clara «la fortaleza de la sociedad gallega, que lleva 13 años rebelándose contra esta política», y sostiene que si la situación del galego no es peor «es gracias al compromiso de la gente con su propia lengua». De hecho, destaca el surgimiento de una nueva ola (los llamados «neofalantes») de jóvenes que deciden «reincorporarse al gallego y convertirlo en su lengua de vida».

En ese sentido, Callón enfatiza que es mentira el «constructo mediático sobre el galego como lengua poco demandada por su población», ya que la población gallega ha reclamado igualdad de condiciones para su idioma en muchas oportunidades a lo largo de la historia, pero siempre ha «recibido mazazos que presentan secuelas en el cuerpo social». Igualmente, mantiene el optimismo: «A pesar de todo, existe un impulso social que se niega a resignarse y darlo por perdido. No van a lograr que el galego desaparezca».