Mikel INSAUSTI
DONOSTIA
CRÍTICA: «LA VIDA PADRE»

El chef Mikel Intxausti, a por la tercera estrella Michelin

Lo que convierte a “La vida padre” (2022) en una comedia mejor de lo que hacía pensar su trailer o avance comercial es su guion y su actor principal. Dos elementos fundamentales y más que suficientes para que supere los tópicos y lugares comunes del humor localista, en el que su realizador Joaquín Mazón está muy entrenado por series de televisión como “Allí abajo” (2015), junto con un Karra Elejalde que se encuentra en pleno proceso de lucha interior contra los personajes “con acento” que le tienen encasillado. Todo lo contrario que el estelar Enric Auquer, un actor camaleónico donde los haya, que, por ejemplo, en el thriller de Paco Plaza “Quien a hierro mata” (2019) mostraba una imagen opuesta e irreconocible a la de este joven chef llamado Mikel Intxausti (sic), en busca de su tercera estrella Michelin. Lo curioso es que ya había coincidido en sus comienzos dentro de otra comedia gastronómica con Joaquín Oristrell quien, además de escribir el guion, también dirigía “Dieta mediterránea” (2009).

La buena mano de Oristrell para escribir y la conducción actoral de Auquer confluyen en una ilustración muy dinámica del eterno conflicto entre lo viejo y lo nuevo, con el pulso entre la nueva cocina y la tradicional como metáfora. La desnortada figura paterna viene a representar el estado de confusión impuesto por la sociedad tecnológica frente a las elaboraciones artesanales y su receta secreta de la crema de erizo significa todo lo esencial que no se puede echar a perder por culpa de las gastromodas pasajeras. La ambientación simboliza igualmente los desequilibrios emocionales que conlleva la transformación urbanística, con la nueva imagen pulida del desarrollismo en torno al Guggenheim, que queda bien en la postal turística, pero que no logra borrar del archivo mental una ciudad, tal vez más sucia, aunque orgullosa de sÍ misma.