La nueva película de Thomas Liltise suma a la tendencia actual, sobre todo el cine del Estado francés, de ofrecer una mirada incisiva y realista sobre la profesión docente.

En el centro de la trama se encuentra Benjamin (interpretado por Vincent Lacoste), un estudiante de doctorado sin beca que se ve obligado a aceptar un puesto como profesor de matemáticas en un instituto parisino. Sin contar con formación específica ni experiencia en el ámbito de la enseñanza, el protagonista se encuentra con complejo mundo de la educación y con las múltiples dificultades del sistema educativo. En su periplo, se enfrenta a una serie de retos como mantener la disciplina en el aula hasta conectar con sus estudiantes y desarrollar estrategias pedagógicas adecuadas. En este arduo camino, recibe el apoyo y la orientación de sus colegas más experimentados.

Lilti no se limita a explorar la dinámica dentro del aula, sino que también se adentra en las vidas personales de los profesores fuera del ámbito escolar, mostrando sus entornos familiares disfuncionales y sus crisis vocacionales.

Uno de los mayores logros de “Los buenos profesores” es su habilidad para retratar de manera natural las interacciones entre los profesores y sus alumnos. El cineasta evita caer en la tentación de idealizar a los educadores, presentándolos en cambio como individuos con fortalezas y debilidades, luchando por mantener su autoridad y motivar a estudiantes que a menudo están desinteresados o que se muestran desafiantes. Más allá de los aspectos laborales, también se explora las dinámicas interpersonales y los lazos que se forjan entre los miembros del profesorado. A través de escenas de camaradería, la película destaca la importancia de la solidaridad y la comprensión entre colegas que se encuentran en dinámicas muy similares.