Miguel Ángel Blanco, el último secuestro de ETA

El secuestro y la muerte de Miguel Ángel Blanco es probablemente una de las acciones de ETA que más convulsión ha generado en las calles de Euskal Herria en sus 60 años de existencia. Aunque las comparaciones son siempre complejas, parece haber bastante unanimidad a la hora de afirmar que nunca antes se habían visto movilizaciones tan numerosas para denunciar una acción de la organización armada. Y también hay evidencias de que lo sucedido aquellos días de julio en 1997 generó un debate interno en ETA. Desde luego, hay un dato irrefutable: fue su último secuestro.
En un artículo de NAIZ firmado por Iñaki Altuna en 2022, con motivo del 25º aniversario del secuestro de Blanco, se repasan varios acontecimientos que se encadenaron en pocos días -la puesta en libertad por parte de ETA de Cosme Delclaux, la liberación de Ortega Lara de mano de la Guardia Civil y el secuestro con desenlace fatal del edil ermuarra- y se recuerda la respuesta de ETA sobre Miguel Ángel Blanco en su última entrevista: «Esa acción originó un gran terremoto, también en el entorno de la izquierda abertzale. En el seno de ETA se produjo un debate en torno a ese tipo de acción, y valoramos en profundidad todas las críticas recibidas».
La organización reconocía que «en esas situaciones al Gobierno español se le daba la oportunidad de enrocarse tras la ciudadanía en su cerrazón» y que, así, en vez de enfrentarse al Estado, ETA «quedaba enfrentada a amplios sectores ciudadanos». No obstante, también destacaba «la responsabilidad del Gobierno español, pues sabían que un pequeño gesto en aquellas 48 horas era suficiente para salvar la vida de Blanco, pero el Gobierno del PP prefirió mantenerse en el inmovilismo absoluto y no hacer nada, con el fin de obtener rendimiento político de todo el sufrimiento por aquella dura acción».
Son conclusiones que se van sacando con el paso de los años y tras una reflexión más pausada, pero si algo caracterizó aquellas jornadas fue la vorágine de declaraciones y movilizaciones en un ambiente general de nerviosismo, acrecentado por ese plazo de 48 horas en el que cada minuto elevaba la tensión.
MATICES
La hemeroteca suele ayudar en ese ejercicio de echar marcha atrás y ponerse en situación. Por ejemplo, llama la atención que las primeras declaraciones del ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, tras conocerse la noticia del secuestro prácticamente se limitaran a una enigmática frase que “Egin” llevó a portada en su edición del 11 de julio: «El Gobierno cumplirá con su obligación». En ese momento, bien se podría haber entendido que esa «obligación» pasara por dar los pasos necesarios para salvar la vida de Blanco, aunque los precedentes no fueran muy prometedores.
Además de las primeras llamadas a la movilización, la información de “Egin” se completaba con un artículo de Mariasun Monzón recordando los secuestros realizados por las diferentes organizaciones armadas vascas. Se destacaba que el de Blanco era el décimo no ligado a un objetivo económico y el cuarto que hacía referencia a la situación de los presos políticos vascos -le precedían el de Javier Rupérez, responsable de relaciones internacionales de UCD, en 1979; el de Alberto Martín Barrios, capitán de farmacia del Ejército, en 1983; y el de José Antonio Ortega Lara, funcionario de prisiones, en 1996-.
Pero si en las primeras horas pudo haber dudas sobre la postura del Ejecutivo español, para el día siguiente quedó en evidencia la negativa a dar el más mínimo paso para intentar buscar una solución. El titular de portada de “Egin” el día 12 así lo reflejaba: «El Gobierno se prepara para un trágico desenlace».
Aunque muchas veces la crudeza del momento o los intereses por escribir un relato intenten silenciar los matices, no se puede negar que los hubo. María Antonia Parejo, amiga y portavoz de la familia declaraba el día 11: «Queremos creer que se va a hacer todo lo posible para conseguir que Miguel Ángel vuelva a casa».
Un día después, era la propia María del Mar Blanco, hermana de Miguel Ángel, la que al final de la manifestación realizada en Bilbo destacaba: «Como familia que sufre la ausencia de un ser querido, decimos al Gobierno y a las personas que retienen a mi hermano que todo en esta vida se puede solucionar con buena voluntad, con acercamiento de posturas, con flexibilidad en los razonamientos».
LA «CAZA DEL ABERTZALE»
Como es de sobra conocido, Miguel Ángel Blanco fue encontrado a media tarde del 12 de julio de 1997 en la zona de Cocheras de Lasarte, con dos impactos de bala en la cabeza. «El Gobierno no se movió y ETA disparó contra el edil del PP», tituló “Egin” en portada al día siguiente, con la fotografía de un agonizante Blanco llegando al Hospital de Donostia.
El foco de la mayoría de medios se centró después en las reuniones del Pacto de Ajuria Enea. Menos atención se les prestó a las agresiones sufridas por varios miembros y sedes de la izquierda abertzale, una realidad menos conocida que “Egin” se encargó de documentar debidamente.
[1986] Fidelen krokodiloak Pasaiako portuan
Titularrak ezin zuen deigarriagoa izan “Egin” egunkarian 1986ko uztailaren 10ean: «Fidel Castrok erregalaturiko lau krokodilo heldu ziren atzo Pasaiako portura». Ia 40 urte geroago, jakin-mina pizten du izenburuak: Nori oparitu zizkion krokodiloak Fidelek? Zergatik? Edo zertarako? J.A. siglekin sinatu zuen kazetariaren kronikan aurkitu ditugu erantzunak -NAIZen irakur daiteke osorik-, tranpa txiki bat egin digun sentsazioarekin.
Izan ere, Fidel Castrok krokodiloak Almendralejoko zoologikoari oparitu zizkion, ez Euskal Herriari, eta Kubatik Extremadurarako bidaian geldialdi bat baino ez zen izan Pasaia. Geldialdi behartua, gainera, 'Rio Canimar' kargaontziak hilabete batzuk igaro baitzituen bertan konponketa lanetan. Bisitak garaiko komunikabideen eta gipuzkoar askoren kuriositatea piztu zuen, baina ikusmin horrek ez zituen gehiegi asaldatu lau narrastiak, «erdi lotan» egon baitziren argazkiak ateratzen zizkieten bitartean.
Baina albiste kurioso eta kronika goxo baten itxura izan arren, gaiaren haria jarraitzeak tristura handia sortzen du.

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