GARA
LIMA

Fujimori deja al morir una trayectoria de golpismo, paramilitarismo y masacres

El expresidente de Perú Alberto Fujimori (1990-2000), tan odiado como venerado en su país, murió a los 86 años en pleno debate sobre su intención de concurrir de nuevo a las elecciones presidenciales, dejando tras de sí una trayectoria de golpismo, paramilitarismo, masacres y esterilizaciones forzadas.

Alberto Fujimori, durante una sesión del juicio en su contra, el 25 de octubre de 2013.
Alberto Fujimori, durante una sesión del juicio en su contra, el 25 de octubre de 2013. (Luis CAMACHO | CONTACTO)

Alberto Fujimori, uno de los presidentes más polémicos de América Latina y encarcelado por su responsabilidad en varias masacres cometidas por agentes del Estado, falleció el miércoles en la residencia de su hija Keiko en Lima, a consecuencia del cáncer lingual que padecía desde hace más de 27 años. El expresidente peruano había sido excarcelado en diciembre tras 16 años en prisión cumpliendo condena por delitos de lesa humanidad.

De origen japonés, pero conocido como «El chino», Fujimori era tan odiado como venerado en Perú y recibió improvisados homenajes en el exterior de su casa nada más conocerse su deceso por parte de quienes consideraban que «acabó con el terrorismo y estabilizó la economía».

Lo cierto es que Alberto Fujimori gobernó Perú con mano de hierro entre 1990 y 2000, en una de las épocas más convulsas en la historia del país. Se impuso en las elecciones presidenciales peruanas de 1989 frente a Mario Vargas Llosa y apenas tres años después, en colaboración con las Fuerzas Armadas, protagonizó un autogolpe de Estado que abolió la Constitución, disolvió el Congreso e intervino el Poder Judicial. Convocó una Constituyente que le permitió reelegirse en 1995 y 2000 con una Constitución hecha a su medida. Eso le hizo ganarse el calificativo de dictador.

Cultivó un estilo autoritario con su perfil de hombre frío, desconfiado y poco comunicativo, que gobernabacon un criterio de cofradía secreta, rodeado de un pequeño círculo de colaboradores. Esa forma de gobernar sin contrapeso de otros poderes del Estado y con control de los medios de comunicación abrió las puertas a la corrupción.

Sus diez años de mandato estuvieron salpicados por varias matanzas de civiles, entre las que destacan las de Barrios Altos y La Cantuta -por las que fue condenado a prisión-, así como por las esterilizaciones forzadas a miles de mujeres y hombres, en su mayoría indígenas, y por desapariciones forzadas. Ordenó el asalto a la Embajada japonesa en Lima, tomada por guerrilleros del MRTA, que se saldó con 17 muertos, y derrotó a la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso, cuyos principales líderes fueron apresados.

El conflicto interno o «guerra contra el terrorismo» -como se denominó oficialmente- dejó más de 69.000 muertos y 21.000 desaparecidos entre 1980 y 2000, la gran mayoría civiles, según una comisión de la verdad.

HUIDA A JAPÓN

«El Chino» fue muy popular entre buena parte de la ciudadanía, pero en noviembre de 2000, ante las crecientes acusaciones de corrupción y violaciones de los derechos humanos, huyó a Japón, desde donde renunció por fax al cargo para evitar ser destituido, y donde permaneció varios años.

El expresidente peruano fue condenado a 25 años de cárcel por las masacres de Barrios Altos y La Cantuta, en las que al menos 25 personas fueron ejecutadas a sangre fría por un escuadrón del Ejército, pero en diciembre de 2023 fue excarcelado después de que el Tribunal Constitucional restituyera el indulto que le había otorgado el Gobierno en 2017 por razones humanitarias, pese a las objeciones de la justicia interamericana y que fue revocado posteriormente. Sobre él pesaban otras tres condenas por crímenes contra la humanidad y corrupción.

A mediados de julio fue designado candidato presidencial para las elecciones de 2026 por el partido Fuerza Popular, fundado por su hija Keiko, quien en varias ocasiones se ha presentado sin éxito a las elecciones peruanas.