Tu primera sopa de ajo
Reconocer las hilachas de cualquier debut suele resultar en descubrir, también, aquello que lo diferencia de la tradición anterior. En “El llanto”, Pedro Martín-Calero dibuja a dos jóvenes protagonistas que, separadas por cuarenta años y dos continentes (de La Plata de los ochenta al Madrid actual), se convierten en investigadoras accidentales de lo paranormal. Las scream queen Andrea (Ester Expósito) y Camila (Malena Villa), cáscaras de nerd sin los peajes consecuentes, se mueren por ver más y diferente: una absorbida por la pantalla del móvil, la otra por su cámara de vídeo. También la dirección del cineasta vallisoletano aspira, nerviosa, a nutrirse de imágenes para trascender el canon del terror.
Pero de esta misma fascinación escópica nace una idea nueva: mientras que ambas historias se filman con angulares de gran apertura (estilo A24), Andrea descarta la hipervisibilidad que Martín-Calero le regala para obsesionarse, en cambio, con la diminuta pantalla del WhatsApp, cuyos mensajes irán tapando a su vez todos los planos donde aparezca. Sirve de metáfora (conocer más para ver menos), complica el juego de cucu-trás en el corazón del género y, sobre todo, da mal rollo.

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