XOLE ARAMENDI
Elkarrizketa
iñaki ruiz de eguino
Pintor y escultor

«Oteiza me ayudó desde el inicio diciéndome que no copiara a nadie»

Iñaki Ruiz de Eguino celebra sus cinco décadas dedicada al arte por medio de dos muestras abiertas en Zarautz. En Torre Luzea expone dibujos y bocetos y la galería Ispilu Arte alberga esculturas. Ambas están abiertas hasta el 26 de octubre. En esta entrevista, el artista desgrana sus influencias artísticas y reflexiona en torno a su obra.

(Idoia ZABALETA | FOKU - GARA)

Han pasado 50 años desde que Iñaki Ruiz de Eguino (Donostia, 1953) expusiera por primera vez su obra en la capital guipuzcoana. Lo celebra con dos muestras en Zarautz. Torre Luzea acoge 27 dibujos y bocetos y la galería Ispilu Arte alberga una serie de esculturas, todos ellos reflejo de su evolución. En muchas ocasiones, los bocetos son el primer paso de un proyecto. Es el esbozo de la idea que le ronda en la cabeza. Después viene su plasmación en diversos materiales, entre los que se encuentran el acero, la madera… «Primero dibujo la idea de la escultura y después busco la mejor fórmula para llevar al dibujo a 3D», cuenta el artista.

El donostiarra se siente satisfecho del recorrido artístico realizado. Su producción se caracteriza por el estudio de la geometría y el espacio. Esto último es bastante común en la escultura vasca. Tiene claro de dónde proviene su interés por el espacio: «Mi amatxo murió cuando nací yo y me he criado en un caserío con la familia. En aquella época, el niño que vivía en un caserío era bastante solitario. Mi amigo más próximo estaba al otro lado del valle, en el otro monte. La infancia me ha marcado mucho. Me ha llevado a interesarme por el espacio natural».

GEOMETRÍA

También son característicos de la escultura vasca los materiales con los que trabaja: el acero, la madera… «Son las raíces de la escultura vasca», señala. Es el propio material el que guía al creador: «Creo que condiciona las formas. El propio acero te lleva a utilizar más la geometría que otras cosas. Es lo que me pasó a mí. Y le ocurrió lo mismo a Oteiza. Es más fácil trabajar con planos o formas curvas que hacer, por ejemplo, una cara de hierro. El planteamiento geométrico es el que te va a condicionar las formas que vas trabajando y te permite ir desarrrollando trabajos experimentales que van definiendo tu trayectoria. Y esa trayectoria se convierte en tu lenguaje. Así como Jorge Oteiza utilizaba las cajas, yo decidí utilizar solamente dos planos. Me reduce mucho las posibilidades, pero al mismo tiempo me obliga a ser más creativo. Únicamente con dos planos tengo que hacer muchas formulaciones. De alguna manera es mi sello», indica.

La relación mantenida con Oteiza fue clave: «Me ayudó desde el inicio diciéndome que no se me ocurriera copiar a nadie. Me animó a investigar por mi cuenta, me costara el tiempo que me costara. Me dijo que buscara mi propio camino. Cuando tuve una edad, me dijo que me dedicara plenamente al arte. Al principio, él ponía los títulos a mis obras. Yo se las enseñaba humildemente y él me enseñó que hay que ponerles título».

No oculta su influencia. «Sus ideas sí me han influido al trabajar las formas y la geometría y el propio espacio. Me han hecho reflexionar. Discutíamos mucho, él tenía sus ideas y yo tenía otros conceptos. Le he respetado siempre. Es un hombre que nos ha aportado mucho. En el Museo Reina Sofía de Madrid, he impartido varios cursos sobre él y también escribí la ‘Guía Didáctica sobre Jorge Oteiza’», recuerda.

ESPACIO ÚNICO

En cuanto a las diferencias entre ambos, el artista donostiarra señala que «él investigaba el vacío desde una visión poética, porque Jorge era un gran poeta antes que nada. Primero escribía y luego la poesía la dejaba marcada en la escultura. Sin embargo, yo creo en un espacio único que incluye también los vacíos».

Todo creador quiere encontrar su voz propia. Fijar un camino, una filosofía, una forma de hacer. ¿Cuándo sintió Ruiz de Eguino que iba por buen camino en esa búsqueda? «A partir de los años 80. Es cuando me meto más en serio a estudiar lo que quiero hacer en la escultura», explica. La búsqueda no cesa. «Sigo investi,gando y trabajando. Uno no se debe quedar estancado, hay que seguir adelante», precisa.

En cuanto a influencias, es de destacar otro nombre, el de François Morellet: «Él empezó a trabajar con luces de neón. Tuve relación con él y me aportó otra visión. He trabajado esculturas de luz últimamente en la cava de Orona, en el edificio 0 de Hernani. En Europa no conozco muchos artistas que hagan este tipo de cosas. Y, en Euskal Herria, tampoco. En Orona he construido un doble muro arquitectónico e introduzco luz en medio. De esta manera le doy otra dimensión a la escultura. La escultura se ha definido siempre como ‘esas formas que recogen la luz’. Yo lo hago al revés. Hago que la luz saque desde dentro la escultura. La escultura, a nivel físico, está antes de la luz».

OBRA PÚBLICA

La obra pública es otro de los ejes de su producción. «La primera escultura la coloqué en Urretxu y la obra ha ido expandiéndose. En Euskal Herria tengo bastante obra pública, también en otros lugares», explica.

Al preguntarle por su importancia, señala que dimensionas su trabajo: «En las exposiciones expones tu obra y el público puede verla durante un mes o dos. En una obra pública, la virtud es que queda instalada y se puede ver a todas horas. Además, en mi caso, las esculturas están pensadas para que sean utilizadas; es decir, busco que sean transitables y se conviertan en un elemento urbano más, como un banco, y que la vean como lo hacen en el caso de un árbol o una farola, integrada, con la idea de ser un elemento puramente estético. Las esculturas públicas sirven para difundir tu obra en otra dimensión más grande».

Ruiz de Eguino ha desarrollado también una importante labor intelectual como crítico y teórico del arte. Ha empezado a escribir sobre las teorías que ha desarrollado a lo largo de estos años. «Me interesa dejar un testimonio escrito, aparte de la escultura», reconoce.