Ingo NIEBEL
CRISIS ECONÓMICA Y POLÍTICA EN ALEMANIA

El Gobierno «semáforo» se apaga y aumenta la inestabilidad

Mejor un fin con horror que un horror sin final, dice un refrán alemán, que desde ayer resume la ruptura del tripartito del canciller Olaf Scholz (SPD). Con ello el jefe de Gobierno consume el ocaso de su coalición al mismo tiempo que lleva su país a una mayor inestabilidad. Crisis política sobre crisis económica,

(Michael KAPPELER | Europa Press)

Poco después de las 20.00 del miércoles, el socialdemócrata Scholz echó a su ministro de Finanzas, el jefe del Partido Liberal-Democrático (FDP), Christian Lindner. Poco antes, en la reunión de los socios de Gobierno, al que pertenecen también los Verdes ecologistas, el liberal había propuesto que el Ejecutivo propusiera conjuntamente ir a elecciones anticipadas. Scholz interrumpió la sesión para que los integrantes de su Gobierno pudieran hacer consultas y tomar una decisión al respecto. En esta fase delicada, el diario sensacionalista “Bild” informó de la propuesta de Lindner. Para Scholz esta indiscreción era la gota que colmó el vaso. Echó a su socio. Un hora más tarde explicó su paso con un discurso emocional en el que aseguró que Lindner había «abusado varias veces de su confianza».

Ante la prensa, Lindner echó la culpa a Scholz acusándole de haber planeado este golpe con antelación. El SPD, a cambio, hizo filtrar la noticia de que Scholz se adelantó a Lindner porque este último tenía pensado dar el golpe de gracia a la coalición «semáforo» -bautizada así por los colores que identifican a los tres partidos- al final de la reunión del miércoles.

Acto seguido, el FDP retiró a todos sus ministros del Ejecutivo pero uno volvió: El responsable de Tráfico, Volker Wissing, anunció ayer que entregaría su carné de partido para mantener su cartera.

EN NOMBRE DE LOS VERDES,

el vicecanciller y ministro de Economía, Robert Habeck ,y la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, mostraron su tristeza por el desenlace de la experiencia del tripartito ya que, siempre según ellos, se podría haber salvado el si el FDP lo hubiera querido.

En su comunicado, Scholz aseguró que quiere presentar su moción de confianza en el Parlamento el 15 de enero de 2025. Dadas las circunstancias, la perderá. Entonces, según la Constitución provisional, la denominada Ley Fundamental de Bonn, la iniciativa pasará a manos del presidente de la República Federal, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier.

El jefe de Estado tendrá entonces 21 días para disolver el Bundestag y decretar elecciones anticipadas. La otra opción sería convencer al líder de la oposición, al cristianodemócrata Friedrich Merz (CDU), para que busque los votos necesarios de cara a que en una «moción constructiva de desconfianza» sea elegido canciller por el actual Parlamento, sustituyendo así a Scholz. En este caso la legislatura terminaría de forma regular el 28 de septiembre de 2025 con las previstas elecciones generales.

Sin embargo, Merz quiere adelantar la moción de confianza a la semana que viene. «No hay la más mínima razón para presentar la moción de confianza solo en enero del próximo año» dijo. Quiere que el presidente federal disuelva el Bundestag cuanto antes. A partir de este momento han de celebrarse los comicios en un plazo de 60 días. Eso sería a mediados de enero, con la campaña electoral en plena época de Navidad.

Aun así será difícil la formación de otro Gobierno: Hoy por hoy, el SPD se bate con la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) por la segunda plaza, cotizada en el 17% de los votos. Según las encuestas, la CDU obtendría más del 31%, los Verdes se mueven alrededor del 14%, seguidos por la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) con 7 puntos. Fuera del Bundestag quedarían el FDP y el partido socialista Die Linke (La Izquierda).

Dado que la CDU va a necesitar por lo menos a un socio, si no incluso dos, la incertidumbre e inestabilidad seguirán también más allá de las elecciones generales anticipadas o no.

Sea quien sea el jefe o la jefa del futuro Ejecutivo de Berlín, dirigirá una Alemania polarizada por el auge de la AfD y asustada por la crisis de su importante sector automovilístico. La debilidad del Ejecutivo merma su influencia en la UE y a nivel internacional, donde ha perdido su rol de potencial mediador por el unilateral apoyo a Ucrania e Israel.