Hasta cierto punto, y por diversas razones, gran parte del cine de terror ha estado inevitablemente vinculado a la religión. La religión cristiana, por ejemplo, ha promovido la represión de la mujer y un conservadurismo riguroso, elementos que el cine ha adaptado de manera siniestra. A veces, estas películas perpetúan esos mismos valores, mientras que en otras ocasiones ofrecen una perspectiva distinta, algo facilitado por la creciente influencia de personas de diversos géneros dentro de la industria cinematográfica.

La recién estrenada “Anatema” es la tercera película del sello “The Fear Collection” y la primera dirigida por una mujer (Jimina Sabadú). Cuenta la historia de Juana, una monja cuya vida ha estado marcada por una experiencia paranormal y a la que le encargan visitar las catacumbas de una de las iglesias más antiguas de Madrid.

“Anatema” se enmarca inicialmente dentro del terror religioso; ofrece unos minutos iniciales de pura iconografía y una variedad de elementos de terror. Sin embargo, rápidamente explora otros géneros, combinando elementos de drama y aventuras; ahí me he sentido totalmente descolocado. Intentar encontrarle sentido a esta película es un esfuerzo inútil, y enumerar sus fallos resulta una tarea igualmente infructuosa.

No es un desastre, pero la película en general es demasiado caótica y casi todo lo que se presenta en pantalla carece de refinamiento; elipsis que no funcionan a nivel narrativo, un montaje un tanto extraño, apariciones abruptas y caracterizaciones simplistas, detalles técnicos que no funcionan, escenas que parecen ideas sueltas sin cohesión orgánica entre ellas, etc.