Formar una opinión generalizada sobre cualquier asunto económico, social, climático o futbolístico es una labor que requiere de muchas técnicas, oficios, voluntades y en estos tiempos, dinero, sea en la presentación formal que se quiera pensar. Insisto en algo básico: lo que difunden, fragmentan, manipulan los informativos de todos los medios forman un porcentaje importante en toda la labor de tejer opiniones en un sentido u otro, pero dada la sociedad del espectáculo en la que vivimos y esa extraña necesidad que parece un derecho adquirido de estar entretenido siempre, son los espacios que parecen menos inmersos en dinámicas partidistas donde se emplean las técnicas más eficaces para ir sembrand mensajes menores que se acumulan para crear un estado de opinión determinado sobre un dirigente político, un artista o un deportista.

Todas las opiniones que se van tejiendo de manera constante y formas poco espectaculares se convierten en tendencias electorales. Por acción u omisión. Siempre. En todos los rangos y franjas horarias. Estamos instaurados en una premisa dudosa en la que hasta es posible que creamos que nos hace repetir con énfasis que el pueblo no es tonto. Otros usan la voz gente. Somos sujetos que respondemos a estímulos objetivos y subjetivos. Sube el voto a la extrema derecha. Mi sospecha es que no sabemos discriminar todo lo que nos va sembrando el raciocinio de fantasmas. Algunos hemos desarrollado defensas o tabús, pero otras personas no ven mal que Javier Milei tenga un brote en una reunión internacional y se oculten esas imágenes.