Golpes de pecho
Durante este puente religioso institucional de primeros de diciembre se llena la imaginería político-mediática de muchos golpes de pecho. Lo importante para muchos es que se les alarga el puente el lunes, pero lo que se maneja en los bajos instintos cortesanos es que la constitución es sagrada y que en ella el pueblo español consagró la monarquía. De ahí siempre en línea recta por la derecha más ajustada al ayer que hoy se vuelve opción ganadora. Y siempre hay que mirar a los datos turísticos para entender los mensajes subliminales cruzados.
Esos golpes de pecho de los constitucionalistas de toda la vida, que se la saltan de manera consciente a cada ocasión que se les presenta, se pueden concentrar en una imagen en movimiento sucedida en el Senado donde se concentraron sujetos de la más ultramontana reacción, encabezados por ese personaje anacrónico desde su partida de nacimiento llamado Jaime Mayor Oreja y que ocupó altas instancias del gobierno español en el terreno represivo. Ha aparecido en sede parlamentaria para renegar de la evidencia, para asegurar que una gran parte de la humanidad se está acercando a la verdad y es creacionista refutando el evolucionismo darwinista.
Ahí estamos, entre el penalti fallado por Mbappé, la subida de la cotización de los bitcoins a más de cien mil dólares la unidad y la situación de desgobierno y caos de la V República francesa. El optimismo nos lo insufla el olor a bacalao ajoarriero con el empoderamiento de los pimientos de cristal por los que hay que darse golpes de pecho hasta convertirse en penitente.

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