Raimundo FITERO
DE REOJO

Cápsulas disolventes

Estamos en tiempos de extravagantes iluminaciones de miles de bombillas led que propician el consumo alocado al ritmo de villancicos de tecno-pop. Cada vez que miro a Siria sin contener la respiración entro en descomposición meta política. ¿Qué ha pasado exactamente? ¿Qué está pasando? ¿Quién maneja la barca, el tiempo, la comunicación, la vida y el terror? En brote lorquiano diría ¡no quiero verlo! Pero hay que aguantar la mirada al destino, mantenerse erguido ante la contaminación lumínica, sonora y olorosa. Todo en cápsulas disolventes.

De la excesiva ceremonia de la reinauguración de Notre Dame me quedo con la ausencia del papa Francisco, de la presencia holográfica de Trump y Zelenski y del organista mefistofélico que inundó la basílica de los aullidos del dolor y de los gemidos de la bacanales. Al final, todo aquel desfile de cuerpos y trajes no tuvo más empaque institucional o religioso que ser un magnífico spot turístico. Quizás sea el primer párrafo de exposición de logros de la inminente carta de despedida de Macron.

No fue a París representación del gobierno del reino de España ni de la corona. Buscan culpables por defecto, acción u omisión. Tenían que haber mandado a Puigdemont en comisión de servicio para que se sienta importante por una misa.

Se le nota angustiado. Tiene prisa. No se fía de Sánchez. ¿Se fía del PP? Usa un bello catalán para mostrar su desazón. Yo creo que hay que hacer una suerte de himno general con este estribillo: dimite, permite, omite, hasta que te invite. Lo voy a registrar como compositor silbador.